Introducción a la historiografía jerezana (S. XXI)

Lectores sin remedio

Natalio Benítez Ragel

21 de junio 2019 - 12:03

'Iglesias y conventos de Jerez', de Manuel Romero Bejarano

En un artículo publicado en la ‘Revista de Historia de Jerez’ del año 2000, Ramón Clavijo y quien suscribe hacíamos un somero repaso a la historiografía local hasta finales del siglo XX. Tenía un carácter divulgativo, en un intento de “acercar el trabajo del investigador al gran público”.

Comentábamos que fue don Tomás García Figueras, en los años sesenta, quien abrió la veda a esta clase de estudios, apartándose del clásico manual de historia para adentrarse en los entresijos de la personalidad de los historiadores valorando sus aportaciones al conocimiento de la trayectoria de nuestra ciudad a través de la Historia. Es cierto que a finales del XIX el ‘Discurso sobre las historias y los historiadores de Jerez’, de Manuel Bertemati Troncoso, podría considerarse un trabajo historiográfico, si bien está a medio camino entre el ensayo y el estudio científico. Tras ese artículo que mencionamos al principio, los mismos autores ofrecimos dos conferencias sobre el mismo asunto, en 2001 y en 2011, haciendo un recorrido por los personajes más señalados que se habían ocupado de Jerez, desde Herodoto o Theopompos (S. V-IV a. C.) hasta los historiadores más recientes como Caro Cancela o Cabral Chamorro.

En la actualidad, cuando ya gastamos casi dos décadas del siglo XXI, la historiografía de nuestra localidad ha crecido vertiginosamente, no solo en monografías sino en innumerables artículos en revistas especializadas. Y el abanico de temas ha trascendido lo puramente histórico: arte, patrimonio, demografía, educación, biografías, urbanismo, e incluso fotografía. Consignar todo lo escrito hasta hoy rebasa los límites de estas líneas. A modo de ejemplo: ‘Historia general del libro y de la cultura en Jerez’ (2003), de varios autores; ‘De la ciudad de Dios a la ciudad de Baco’ (2007), de Aroca Vicenti; ‘175 años de fotografía: una mirada desde los fotógrafos de Jerez’ (2014) del desaparecido Adrián Fatou ; ‘La parroquia de San Mateo de Jerez de la Frontera ...’ (2018), coordinado por Javier Jiménez López de Eguileta; ‘Inscripciones latinas de Jerez de la Frontera’ (2016), de Ruiz Castellanos, García Romero y Vega Geán, etc. Tiempo habrá de ir desgranando la mayoría de las publicaciones locales y abundando en algunas. Nos detenemos en dos de ellas.

En primer lugar, el volumen que recoge las ponencias de las I Jornadas de Historia Contemporánea, celebradas en nuestra ciudad en octubre de 2015 y publicadas bajo la coordinación de Diego Caro Cancela y José A. Mingorance Ruiz, que versaron sobre ‘El movimiento obrero en la historia de Jerez y su entorno (siglos XIX y XX)’ y en el que participaron historiadores como Enrique Montañés Primicia, Fernando Romero Romero o Lola Lozano Salado.

Y en segundo lugar, un libro de arte divulgativo, ‘Iglesias y conventos de Jerez’ (2018) de Romero Bejarano (cuya cubierta ilustra este artículo), una monografía absolutamente recomendable para conocer nuestro patrimonio y saber qué estamos viendo cuando paseamos por el rico casco antiguo de la ciudad de Jerez.

Pigcasso

Hace unas semanas era noticia en los medios de comunicación una cerda que pinta cuadros, a la que han bautizado con el nombre de “Pigcasso”. No sé cómo anda la cosa por las compatibilidades y semejanzas en el ADN de cerdos y humanos, lo mismo solo nos diferenciamos en un gen, el que convierte a algunos humanos en cerdos y a algunos cerdos en humanos. En cualquier caso, este Pigcasso es una vuelta de tuerca más en ese famoso dicho, que yo suscribo totalmente, de que del cerdo se aprovecha hasta sus andares. Lo cierto es que la artista tiene ya página web y de que sus cuadros se cotizan a más de mil euros, dinero que se ingresa al parecer en una institución o asociación dedicada al cuidado de animales.

En unas declaraciones de su dueña, esta comentaba que en los cuadros se podían apreciar los distintos estados de ánimo de la cerda, a la que se le veía en la televisión enfrascada con pincel en la boca ante un lienzo que iba cubriendo de líneas y colores. Al margen de la trascendencia o interés que les podamos conceder a la noticia y a su protagonista, estas no dejan de ser un perfecto ejemplo de hasta dónde hemos llegado en el comercio del arte. Que un cuadro de Pigcasso pueda alcanzar los cuatro mil euros es sin duda un insulto a la pintura y al arte en general, y a la capacidad intelectual del ser humano, representado en el comprador, cuando tantos artistas andan por el mundo sin que se les reconozca su arte y cuando la historia de la cultura está llena de agravios, genios incomprendidos en sus respectivas épocas. Por mi parte, el día en que un cerdo escriba un poema o una novela y haya un editor decidido a publicarlos, no me quedará más remedio que replantearme mi relación con la literatura y, de inmediato y muy a mi pesar, hacerme vegetariano, a ver si por unas malas en una loncha de jamón o de lomo me esté comiendo al Cervantes de la piara porcina. José López Romero.

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