Una 'Medusa' con corazón
Sara Baras presenta su nuevo espectáculo en el Festival de Mérida
Una de las fórmulas de mayor éxito en el difícil momento que viven las artes escénicas es el binomio espectáculo/espacio singular. Algo que se está viendo estos días en el Festival de Teatro Clásico de Mérida. Tras la ópera Salomé, Medusala guardiana es la segunda propuesta y uno de los platos fuertes de esta convocatoria, tanto por la popularidad de su protagonista, Sara Baras, como por el envite de Cimarro para que, en su cuarta visita al festival, uniera el flamenco a los temas grecolatinos. Una combinación fructífera que la gaditana afronta por primera vez tras el éxito de La Pepa.
Su elección recayó en la figura de la Medusa, una joven sacerdotisa del templo de Atenea que fue violada por Poseidón y luego convertida por la propia Atenea en un horrible ser con cabellos de serpientes que petrificaba a cuantos la miraban, hasta que la astucia de Perseo acabó con su vida. Y para convertirlo en el espectáculo, Baras se ha basado solamente en la historia del personaje mitológico, un ser que ella ve hermoso, como la vieron muchos artistas griegos, a los que horrorizaba la fealdad, "porque tiene piel de serpiente pero su corazón es el de una persona justa; una persona que es violada y castigada por el juego de unos dioses crueles. Yo me meto en su piel y lloro por ella".
Para recrearla en esta coproducción del Festival de Mérida, el de Peralada y de su propia compañía, Baras ha contado tan sólo con su trabajo y el de su equipo (nueve bailarines y seis músicos) y con unos textos que Javier Ruibal ha escrito para que el actor Juan Carlos Vellido, convertido en su conciencia, le ayude a comunicarle al público sus encontrados sentimientos. El montaje, sencillo de elementos, pero con la disciplina y el estilo preciso que la caracterizan (y con una música unitaria compuesta por su guitarrista Keko Baldomero), presenta una sucesión de escenas: la juventud inocente de la muchacha, la violación por el dios de los mares y del tridente, su transformación (del blanco al negro), la petrificación de los guerreros... y una trepidante y dramática escena final para morir a manos de Perseo (el bailarín José Serrano, su marido).
Antes y después del estreno, la bailaora afirmó que Medusa la guardiana es diferente a todos sus trabajos anteriores, porque en éste le baila "a la palabra, y la interpretación está por encima del baile". Algo que ha sorprendido a sus seguidores, que aún recuerdan aquella Mariana Pineda (2002) basada en la pieza de Lorca para la que la joven Baras contó con el director de escena Lluís Pasqual y la música de Manolo Sanlúcar. Ahora, con la experiencia de sus 12 espectáculos, la gaditana se siente madura para asumir, en solitario, el guión -con su dramaturgia-, la dirección de escena, la coreografía, la iluminación y una parte del vestuario de Medusa... Un dificilísimo reto que tal vez la haya obligado a bailar un poco menos que en otros proyectos, cosa que compensó en el habitual fin de fiesta con el que, una vez perdida la cabeza bajo la afilada hoja de Perseo, obsequió a su público: cerca de 2.800 espectadores -con una representación del Ayuntamiento de Cádiz entre ellos- la ovacionaron calurosamente puestos en pie y luego, mientras salían, hacían comentarios sobre cuáles eran los momentos más hermosos y cuáles los menos logrados de un espectáculo que, en ese momento, tenía ya vendidas 7.500 entradas para sus cinco funciones.
El público andaluz podrá juzgar por sí mismo ya que el próximo 14 de agosto Medusa... estará en el castillo de San Sebastián de Cádiz, y luego en Málaga y Sevilla, donde se están cerrando ya las funciones. En todo caso, siempre se pueden animar este fin de semana y unir los placeres de la danza con los de la arqueología y, lógicamente, con los de la gastronomía extremeña.
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