Superapocalípticos
Comedia, EEUU, 2013, 105 min. Dirección y guión: Seth Rogen y Evan Goldberg. Fotografía: Brandon Trost. Música: Henry Jackman. Intérpretes: Seth Rogen, Jay Baruchel, James Franco, Jonah Hill, Danny McBride, Craig Robinson, Emma Watson, Michael Cera, Christopher Mintz-Plasse, Jason Segel, Rihanna.
Juerga hasta el fin cierra la trilogía gamberra de Seth Rogen y Evan Goldberg jalonada ya por la espléndida Supersalidos y la desigual Superfumados, dos títulos que, en su cruce entre la exaltación de la amistad masculina y el eterno espíritu adolescente y las formas, ritmos y tiempos del cine de género (la acción primordialmente), ponían un ladrillo más en el gran y gozoso edificio de la Nueva Comedia Norteamericana.
Basada en el corto Jay and Seth versus the Apocalypse, esta nueva entrega tiene trazas (o debería tenerlas) de ser la última no sólo porque en ella se lleve ya al extremo esa alianza entre el desfase y la destrucción, algo que hemos visto también recientemente en títulos como Project X, aquí con una desaforada trama apocalíptica que no tiene el más mínimo reparo en convocar paisajes infernales del fin del mundo, exorcismos y gigantescas criaturas demoníacas en la ciudad de Los Ángeles, sino sobre todo por ese agradecido punto de autoconciencia que hace que el film se sepa compendio y resumen de toda una escuela que ha gestado algunos de los mejores títulos cómicos de la última década.
Rogen, Franco, Hill, Baruchel, Robinson y McBride se interpretan y caricaturizan a sí mismos con tanto ánimo paródico y desmitificador como cierta nostalgia por un tiempo de juventud, correrías, chistes y desmadres que ya saben agotado. Tal vez por eso, Juerga hasta el fin se hace fuerte entre muros, en la gran casa de diseño (impostado) del personaje de Franco, convertida en una suerte de El Álamo de la comedia-ficción en el que nuestros protagonistas, acosados por la gran batalla entre el Bien y el Mal que se libra bajo el cielo negro angelino, dirimen al fin los verdaderos asuntos que les condenarán o salvarán del indeseado horizonte de la madurez, a saber, la fidelidad incondicional a los viejos principios anteriores al éxito, la fidelidad al sentido de la amistad más puro en definitiva.
Con su desfile estelar de cameos (Cera, Rudd, Segel, Rihanna, Tatum, Watson...) que se prestan generosos a servir de carnaza, sus abruptos giros, apariciones y desapariciones y su desaforado y glorioso tercio final, propio de una auténtica superproducción de ciencia-ficción y fantasía y plagado de guiños cinéfilos, Juerga hasta el fin no controla del todo, empero, sus tiempos intermedios, ese tramo en el que las comedias tienen la imperiosa necesidad de regenerarse para no caer en el estancamiento y la autocomplacencia.
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