Algunas brillantes divagaciones

XVII Congreso de la fundación bonald

Un acertado Román Gubern protagoniza con sus teorías 'desde un garaje' la segunda jornada del Congreso. Celia Fernández carga de sentimientos el género protagonista.

Román Gubern, durante su intervención de ayer en la sede de la Fundación Bonald.
A. Cala Jerez

23 de octubre 2015 - 05:00

"Como un pulpo en un garaje", se calificó a sí mismo ayer Román Gubern en referencia al tema que tenía que afrontar en el XVII Congreso de la Fundación Caballero Bonald, el ensayo. "Porque yo soy más de imagen, y aquí hay que hablar de la palabra", dijo. Pero ya quisiera más de uno tener la inteligencia, claridad y sabiduría de este 'octópodo humano', que ofreció una brillante conferencia a pesar de sus advertencias zoológicas.

'El ensayo como transgénero', así se llamaba la charla, presentada por José Aurelio Martín, "porque el ensayo es un género que divaga, que es transeúnte. Y yo, como trotamundos, he sido pionero en algunas cosas, precisamente por viajar". "Con el ensayo -apuntó- somos conscientes de lo que escribimos, es el menos formalizado, sin canon casi. Es por ello que espero me disculpen si ofrezco aquí una charla divagatoria". Gubern hizo una reflexión del ensayo como género. "Y para hacer bien entonces los deberes", confesó que se había leído los tres volúmenes de ensayos de Montaigne, siglo XVI, en los que se dice que "soy yo mismo la materia de mi libro". Es decir, son textos autorreflexivos. "Un ensayo que medita contra las certidumbre y nos propone alternativas, dudas, intuiciones". Gubern precisó que ha buscado para la ocasión definiciones de género, "pero ninguna me ha convencido, son raquíticas. Pero, ¿quién inventa el ensayo?, pues creo que Platón, aunque es multivoces, un discurrir de puntos de vista. Sin embargo, Aristóteles introduce el tratado, que es algo sistemático, normativo. El ensayista es como el observador, el explorador que va reflejando lo que ve en el papel o en la pantalla".

Para el investigador, la palabra ensayo "también ha contaminado otros mundos creativos, como el 'cine de arte y ensayo' en los 40 ó 50 en Francia. En EEUU, el equivalente es el 'art house', los pocos cines en los que se proyectaban películas europeas, no comerciales. Aunque ya el cine y ensayo aparece en los años 20. Para ello recomendó la cinta 'La brujería a través de los tiempos', que reconstruye la caza de brujas medieval. "Sería el primer ensayo en soporte cinematográfico". También añadió 'Fraude' de Welles, "un ensayo sobre la verdad y la mentira". "Porque -añadió- el ensayo es el enemigo de las certezas", aunque destacó algunos títulos de obras un tanto asertivos, que dan poco pie a la duda, como 'La rebelión de las masas' (Ortega y Gasset), 'La deshumanización del arte' (Ortega y Gasset), 'La decadencia de Occidente' (Oswald Spengler), 'España invertebrada' (Ortega y Gasset)... Y no asertivos como 'Tres horas en el museo del Prado' y 'Oceanografía del tedio' (Eugenio d'Ors), 'Perspectivas de la civilización industrial' (Russell), 'Sobre casi todo' (Camba)... Y ensayos polémicos como 'El fin de la historia' de Fukuyama y 'El capital en el siglo XXI' de Thomas Piketty. Hizo referencia al ensayo militante con 'Estado y revolución' de Lenin y 'Mein Kampf' de Hitler que compite con el 'Mito del siglo XX', de Rosenberg. O las novelas que son ensayos disfrazados como 'Maquiavelo', 'Emilio' de Rousseau, 'La nausea' de Sartre, 'Crimen y Castigo' de Dostoyevski...

Gubern se centró también en el ensayo español actual, e hizo referencia al "fenómeno Fernando Savater, con más de 100 libros, y yo que he escrito 43 sin seudónimo. Un fenómeno que merece una reflexión, aunque cuando uno produce mucho se paga en calidad, y eso que aprecio mucho a Savater". También citó a Gregorio Morán que escribe sobre el partido comunista y 'El maestro en el erial: Ortega y Gasset y la cultura del franquismo'.

Para hablar finalmente de él mismo, de su experiencia personal, de las obras firmadas con seudónimo. "Sí, he sido negro, escribidor en mi juventud y trabajé en la sección de cromos de Bruguera, en la que aprendí mucho de la imagen". Encargos que también tuvieron su éxito, como aquella 'Historia de las religiones", que la censura únicamente corrigió en una cosa: nunca decía que Jesucristo era hijo de Dios. Para concluir, Gubern dejó abierto el debate: ¿es el libro de historia un libro de ensayo? Y aportó como broche una definición de ensayo que sí le mola: "una galaxia reflexiva".

Por su parte, Celia Fernández Prieto habló de 'Ensayo y novela', un texto presentado por Manuela Lobo, en el que la filóloga partió de dos textos en los que basó su conferencia: los ensayos de Montaigne y la obra de Milan Kundera. Y vio en Montaigne "un espacio de escritura, el ejercicio de un juicio sobre algo. Una actividad mental. Un yo pensante que se va haciendo a la par que escribe. Una perspectiva que es fundamental, el objeto es desflorado. El razonamiento del ensayo se carga de sentimiento, un pensar sentido. El ensayo se adapta a múltiples formatos. Es un elemento fundamental para la creación del pensamiento moderno". Desde Kundera, "la novela es inseparable de la existencia, de su pensamiento". También se detuvo en las novelas que son ensayos, como las de Javier Marías, con la creación de una voz personal que no es biográfica, que realiza una figuración del yo vinculado al ensayo. Es un narrador narrante y pensante. O Félix de Azúa, en 'Autobiografía sin vida', la vida desde las imágenes que han conformado la propia vida. Javier Cercas en 'Anatomía de un instante'... La última manera de encuentro entre novela y ensayo la vio Fernández en Juan José Millás y sus articuentos, y la indignación ante el descaro de cierta forma política.

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