Diario de las artes

Bellas fórmulas hedonistas

Obra de Kuko Baéz Obra de Kuko Baéz

Obra de Kuko Baéz

LA realidad artística de cada cual pasa siempre por hacer, de manera consciente, aquello que forma parte de su intencionalidad creativa. En eso no hay vuelta de hoja. Y ni las exigencias estéticas del momento, ni las imposiciones de los sectores, ni las circunstancias sociales, deberían poner trabas a tales planteamientos. No debería haber otro argumento; menos, a estas alturas cuando, ya, todo está al cabo de la calle y casi no existen restricciones coercitivas de nada. Sin embargo, las hay. Todo esto no viene al caso del trasfondo erótico de la muestra que Lucía Franco ha llevado hasta el Espacio Abierto.

Eso podría ser nada más que argumento esquivo de pobres mentes calenturientas. Para nosotros supone más un desarrollo conceptual sobre una realidad artística: la mera formulación de un estamento plástico, el de la propia representación. Aquí hay que especificar que lo que se expone en la calle Alvar López no es nada más que un modo expresivo de muy buenos planteamientos pictóricos. Y eso es lo que, verdaderamente, interesa.

Kuko Báez demuestra desde la primera a la última obra expuesta que es un artista con un sabio conocimiento de lo que lleva a la práctica. Y ello se sustenta en dos pilares fundamentales: un dibujo contundente, riguroso, acertado, definitorio y sumamente elegante, así como unas resoluciones expresivas de acertada gestualidad cromática desde la materialidad formal de la tinta.

La exposición se estructura en base a una serie de obras de cuidado tratamiento plástico, con una fortaleza compositiva poderosa y determinante y unos argumentos que se vuelven expresionistas para maximizar – artísticamente -una realidad que, al mismo tiempo, se presenta con sutiles manifestaciones, sin caer en burdos excesos ni en desorbitadas posiciones exageradas; algo que, si así fuera, tampoco tendría demasiado problema; sólo a aquellos que estén en posición de pacatos argumentos y miopes miradas podría afectar una realidad tan contundente. Para los demás no sería nada más que argumentos válidos de una pintura poderosa, bien concebida y muy bien planteada artísticamente.

La muestra lleva por título el significativo término griego de Hedoné, el deseo sexual y, por extensión, el placer. El artista nos sitúa ante la imagen de esa belleza que surge de lo erótico, de lo que infunde máximo placer. Piezas que emanan sutileza al tiempo que poderoso argumento visual sabiamente tratado para que, además, produzca la emoción de lo sensual. En las obras no hay espíritu escabroso; todo lo contrario, tras la línea que argumenta esa aplastante realidad erótica, bellamente perfilada en una grafía dibujística poderosa, se descubre la pasional fuerza del color – tinta y acuarela – que infunde inquietud, emotividad, fuerza, expresión y … sobre todo, sensualidad. Y todo sin gestos chirriantes ni posiciones sórdidas. En la obra hay erotismo; no cabe duda que se entona un canto a lo erótico, a lo que descubre el placer de lo sensual; pero se lleva a cabo sin voces estentóreas que desvirtúen la aplastante realidad que expresa.

Kuko Báez es un artista jerezano afincado en el Reino Unido que ha dejado muestras de ser un dibujante nato y que, con esta exposición, nos adentra en los lúcidos postulados de un arte abierto que formula extrema pasión desde unas sutiles posiciones de sabia verdad creativa. Esta comparecencia nos trae una buena pintura que, además nos abre las perspectivas de una muy cuidada expresión erótica; una obra bien argumentada conceptualmente y bien posicionada estéticamente. Es una mirada hacia un erotismo cuidado, sin exuberancias escabrosas y apto para toda aquella mirada que sepa asumir los más diáfanos horizontes.

La obra de Kuko Báez es un bello canto hedonista; una necesaria fórmula para espíritus comprometidos con lo que produce verdadero placer.

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