Madrid es el Nueva York europeo
Del tiempo, Padura y tambores lejanos
Lectores sin remedio
Dicen que con la edad la percepción del paso del tiempo cambia, y he empezado a comprobar que ello puede ser cierto, además de dejarnos una sensación incómoda en relación a hábitos como la lectura. En cierta ocasión escuchaba al periodista Iñaki Gabilondo congratularse por haber adquirido esa costumbre diaria de la lectura desde su adolescencia, aunque no sé si también le acompañará como a mí ahora, la preocupación por el tiempo, una preocupación que puede llegar a ser hasta morbosa.
El otro día, mientras comenzaba la lectura de lo último de Leonardo Padura, ‘Personas decentes’, la nueva aventura del singular detective cubano Mario Conde del que no tenía noticias desde ‘La trasparencia del tiempo’, pensé cuál sería mi último libro, aquel que cerrara definitivamente mi historia como lector. Pues sí, aquella idea me asaltó a traición acompañada por su cohorte de preguntas a cual más inquietante, como la de ¿quién sería el autor o autora que me acompañaría en mi última etapa de lector? o ¿terminaría ese desconocido libro antes de que el tiempo se me agotara o, en cambio, uno de esos artísticos marcapáginas de la librería “La Luna Nueva”, quedaría anclado a mitad de mi travesía lectora?
Como verán, los pensamientos también se desbocan y los de aquella tarde no solo me descentraron de la lectura, sino que empezaron a inquietarme hasta el punto de que tuve que dejar a Padura para tomar una copa de un oloroso que tenía reservado para las grandes ocasiones. Luego llegó la calma, aquel oloroso sin duda hacía milagros, y me permitió volver a prestar la atención que se merecían las andanzas de Conde por La Habana y, en definitiva, disfrutar de la lectura, que es de lo que se trataba. Pero pese al oloroso, siento que el calendario sigue avanzando veloz y, como quien no quiere la cosa, me llega el sonido de tambores lejanos. No, no son los de aquella película de Raoul Walsh y sí en cambio los que anuncian la próxima Feria del Libro de Jerez.
Siempre me alegra, pese a los escépticos con este tipo de eventos, el montaje de sus casetas y tenderetes que dan visibilidad al libro durante unos días, y sobre todo a los escritores, librerías y editoriales locales, lo que nunca está de más. Pero estas otras ferias locales, más allá de las que se celebran en torno al libro en Madrid y Barcelona y alguna otra gran ciudad de nuestro país, son una especie de lucha heroica contra el tiempo que ya se llevó por cierto, en el caso de Jerez, aquella entrañable feria del Libro antiguo y de ocasión que llegaba a la ciudad en la antesala de las fiestas navideñas.
El tiempo de mi juventud era eterno, este que me devora ahora pasa demasiado deprisa…
La wikipobre
Hoy en día entre la casta investigadora, sea del ramo que sea, citar la wikipedia es como nombrar la bicha. Da asquito y repelús. Es como si la información que encontramos en la enciclopedia de la era tecnológica fuera de segunda clase, propia de investigadores de medio pelo con ínfulas de rigor científico. Y sin embargo, no hace mucho acudíamos desesperados a la Espasa en busca del dato perdido entre el laberinto de los catálogos de archivos y bibliotecas.
¡Pero, hombre!, dirán los de la casta, ¡no compares a la wikipobre con la aristocrática Espasa! ¡Hasta en las enciclopedias ha habido y sigue habiendo clases! Bien es cierto que la wikipedia arrastra la fama de que todo el mundo, entendidos, aficionados y diletantes, pueden meter el teclado en ella, apenas sin un mínimo filtro o control de calidad; lo que en palabras más rimbombantes se denomina “la enciclopedia libre”, libre para consultar y libre para editar. Ella misma se define como “almacenamiento y transmisión de información, que puede ser editada por cualquiera y de contenido abierto”. Y quizá en esta definición estriba su valor, más el añadido de que no ocupa, como la Espasa, medio piso (y me quedo corto) de los construidos en la era de la reduflación del metro cuadrado. No pocas ventajas que, si atentos estamos al manejo y contraste del contenido que consultamos, nos facilita la investigación sin que se la menosprecie y evitamos así que la casta la mire por encima del hombro. En estos tiempos en que un simple clic nos permite acceder a toda clase de datos, despreciar cualquier fuente de información me parece ridículo y trasnochado. Y prueba de ello es que nadie quiere ahora ni regalada una enciclopedia en papel, ni las librerías de viejo. ¡Ni la Espasa! que en su momento corrió en los ya ¡antiguos! CDs. La historia no para de darnos lecciones de que a veces la pobreza es humildad, y la aristocracia termina muriendo de vanidad. ¡Hasta las enciclopedias! José López Romero
Reseñas
Demasiado ruido
José Javier Abasolo. Erein, 2016.
El pasado 7 de mayo de este año fallecía a los 65 años de edad José Javier Abasolo. Había oído hablar de este escritor que había alcanzado éxito y fama con la saga de novela negra que tiene como protagonista a Mikel Goikoetxea, alias Goiko, un antiguo ertzaina que en esta novela, la cuarta de la serie, es propietario de un bar en el casco antiguo de Bilbao, fruto de una misteriosa herencia recibida, y para más inri protector de cinco chicas dedicadas al oficio más antiguo del mundo, a cuyo cargo se las ha dejado su proxeneta, un antiguo amigo de Goiko. Es decir, un personaje hecho a medida para meterse en miles de follones. En este caso, el encargo que le hacen por seis mil euros de matar a un mendigo, sobre cuya muerte gira toda la narración, pues el tiempo de la trama se mide en referencia a la noche del asesinato. Entretenida aunque le sobran algunas páginas. J.L.R.
Ha vuelto. Berlín 2011
Timur Vermes. Booket, 2016.
En el verano de 2011 Adolf Hitler resucita en un solar del centro de Berlín. Con su uniforme, aunque un algo sucio y desarrapado, de inmediato lo toman por un actor, un humorista de los que periódicamente aparecen en los medios alemanes. Y pronto entra a trabajar en la cadena de televisión Flashlight, bajo las órdenes y la coordinación de la señora Bellini, y de sus dos ayudantes: Sensenbrink y Sawtzki. A partir de aquí la carrera del Führer es meteórica, hasta el punto de tener su propio programa semanal. Solo tiene que ser él y hacer de él. En un juego de identidades, en el que Hitler siempre confiesa ser el genuino Führer, Timur Vermes logra una novela que fue todo un éxito en Alemania, una crítica a los políticos de ahora y, sobre todo, un mundo, el nuestro, visto con los ojos de un genocida de hace sesenta y seis años. Circunstancia esta que no se nos debe olvidar cuando leamos esta novela. J.L.R.
El último barco
Domingo Villar. Siruela, 2019 (varias ediciones)
Termino esta excelente novela con una sensación agridulce, y es que la reciente e inesperada desaparición de su autor es, sin duda, un duro golpe al género policiaco en nuestro país, género por donde transitan tantos pero en cambio son pocos los que verdaderamente merecen ser leídos. Villar era uno de estos últimos, y había conseguido una cohorte creciente de fieles seguidores con un personaje singular, el inspector Leo Caldas, y tres novelas a cual más cautivadora. En ellas no solo vamos haciéndonos cómplices de este paciente y algo desencantado policía, sino admirando la maestría de Villar para incrustar los paisajes de su Galicia natal, especialmente Vigo, en la trama, dándoles un protagonismo característico en sus novelas. ‘El último barco’, la última singladura como escritor de Villar, es una historia de inicio tan simple como el de la aparente desaparición voluntaria de una joven, pero que avanzará hacia una apasionante y compleja historia. R.C.P.
Crónicas de Juventud
Guy Delisle. Astiberri, 2021
No hace mucho traíamos a esta sección esas ‘Crónicas de Jerusalén’, novela gráfica que sacó del anonimato a este canadiense y que sorprendía con el trazo sencillo de sus dibujos, pero a la vez con el detallismo y la complejidad que se escondía tras ellos. Fue aquel álbum lleno de matices digno de la milenaria ciudad que le daba nombre. Han pasado los años y lleva Delisle a sus espaldas una muy destacable relación de títulos (en nuestro país editados por Astiberri), algunos aún esperando edición en castellano. En esta ocasión el autor se detiene en otra ciudad, concretamente su natal Quebec, pero su mirada se centra ahora en aquellos veranos de juventud en los que trabajó, siendo universitario, en una fábrica de papel…Y pese a la singular temática Delisle vuelve a tocar la fibra sensible de los lectores, pues al rememorar aquellos ya lejanos años nos hace a todos recuperar retazos de nuestra propia juventud, y también aquellos retos y esperanzas que esta lleva en su mochila. R.C.P.
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