Análisis

José Rodríguez de la Borbolla

Ex presidente de la Junta de Andalucía

Adiós a José Aureliano Recio Arias

Te has ido demasiado pronto, José… Y te has ido sin avisar a casi nadie. Algunos nos hemos quedado vacíos casi del todo, sabiendo que ya no podremos vivir alguna de las cosas que habíamos planeado juntos. En mi caso, por ejemplo, ya no tendré que ir este otoño a Madrid, para participar en esa tertulia de Príncipe de Vergara -con Rodolfo Martín Villa y Miguel Ángel Aguilar, entre otros- a la que tú me habías invitado a asistir. O no sentiré deseos de acercarme otra vez a Óbidos, ese maravilloso enclave portugués en el que Belén y tú disfrutabais, alejados de las presiones cotidianas, de la extremosidad del pueblo portugués y de las maravillas de sus entornos.

Ya, contigo, únicamente me queda la nostalgia del tiempo pasado y la añoranza de las horas no convividas. Me acuerdo de cuando Alfonso Guerra, a primeros de 1977 y recién elegido secretario de Organización Federal del PSOE, nos seleccionó a Julio Feo, a Domingo Ferreiro, a Enrique Casas, a ti y a mí, para, convertidos en sus representantes, dinamizar y hacer crecer el PSOE en las distintas zonas de España, con el fin de prepararnos para las primeras elecciones democráticas. Los "enviados del Señor" -los missi domini- dimos en llamarnos… Nos recorrimos todas las esquinas de cada una de las zonas de nuestra responsabilidad. Y el PSOE consiguió 118 diputados en las primeras elecciones.

Me acuerdo de cuando, tras las elecciones de 1979 y la configuración de la segunda Junta Preautonómica de Andalucía, con Rafael Escuredo de presidente, te viniste para Andalucía y desde tu puesto en la Consejería de Interior te convertiste en "hombre para todo" en el proceso de consolidación de la España autonómica. Tú fuiste el director de la Campaña Institucional del Referéndum del 28-F, primero; y fuiste el director de la Campaña del PSOE en las primeras elecciones autonómicas de mayo de 1982, en ambas cuales conseguimos que Andalucía marcara pautas para el futuro de España entera.

Me acuerdo de aquellas dos semanas de finales de julio y primeros de agosto de 1980, en las que, un día tras otro, nos reunimos -recorriendo las campiñas de Cádiz, Sevilla, Córdoba y Málaga- con representantes de 114 pueblos de Andalucía -en sesiones de mañana y tarde- para detectar las aspiraciones del pueblo llano en cuanto a las mejoras necesarias del medio rural andaluz…

Me acuerdo de cómo tu y yo nos reíamos en los mítines cuando algún orador u oradora perdía el hilo y se quedaba callado o callada…, y cómo el público se quedaba en suspenso, anhelante…, y cómo -cuando le apuntábamos la continuación del relato- el público aplaudía enfervorecido.

Me acuerdo de cuando tu hijo Raúl, con cinco años entonces, nos explicó a Gracia y a mí cómo había llegado a esa edad: "Primero, yo tenía un año; después tuve dos años; después tuve tres años… Y así, poco a poco, llegué a los cinco años". ¡¡Ea!!

Me acuerdo de cuando jugábamos a fútbol-sala -todos los lunes, en el pabellón de Arquitectura- y de cómo todos los contrarios se acojonaban cada vez que tú -de puntera y con la izquierda- lanzabas alguno de tus terribles cañonazos. Las caras de los porteros contrarios eran de auténtico terror…

Me acuerdo de ti como de una fuerza de la naturaleza. Me acuerdo de cómo entrabas a las reuniones, de cómo decías "esto lo arreglo yo", de cómo dominabas el entorno, y de cómo decías "tonterías, las precisas"…

Me acuerdo de ti, compañero y amigo del alma. Y doy gracias por haber vivido al mismo tiempo que tú.

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