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Opinión
Desde el mismo día en que se fraguó la creación de la peña flamenca "Los Cernícalos", Joaquín Rodríguez Rosado pasó a formar parte de la misma como uno de sus catorce socios fundadores y, como tal ejerció su autoridad de aficionado flamenco hasta el último momento pues, si es verdad que, como tantos otros aficionados de otras tantas entidades flamencas -por las circunstancias adversas particulares y colectivas- han vivido, viven, alejados de la actividad directa, Joaquín no dejó pasar un sólo día sin encerrarse en su estudio de la calle Pozo Olivar para disfrutar del caudal fonográfico y videográfico que durante décadas fue acumulando de actuaciones logradas en las dos sedes de dicha entidad -Estancia Barrera y Sancho Vizcaíno-, así como en pueblos y ciudades de numerosas poblaciones andaluzas.
Mis encuentros, mis charlas con Joaquín han sido frecuentes a lo largo de los años y su afición a la guitarra hizo que le incluyera en la cita que titulé 'Seis Guitarras Veteranas' que, con el respaldo del tabanco 'El Guitarrón' y la colaboración del Ayuntamiento puse en pie en la Sala Compañía con la intervención además de Manolo Ferrer, Juan González, Salvador Rubio, José Mateo y Chano Núñez.
Como gran aficionado que fue centró su quehacer quitarrístico en reuniones familiares, de amigos, bodas, bautizos y peñistas en general pues, aún cuando pasó por las manos de Rafael del Águila -desde los comienzos de los cincuenta y por espacio de tres años-, su trabajo de cada día, primero en el desaparecido Hotel Los Cisnes y con posterioridad hasta su jubilación en la Base Naval de Rota le impidió enrolarse en grupos abiertamente profesionales aún cuando tuvo diversas ofertas para salir de Jerez e instalarse en Madrid o Barcelona. Su afición al flamenco le proporcionó también grandes satisfacciones como intérprete del cante habiendo llegado a participar en varios concursos o ser acompañado incluso en alguna ocasión por José Mateo -compañero cernícalo-, o el gran profesional, Fernando Moreno.
El historial del inmenso aficionado que ha sido Joaquín Rodríguez Rosado es tan amplio que, su reseña no puede constreñirse en un breve comentario periodístico. Algún día, alguien volverá sobre éste y sobre tantos y tantos aficionados como han sido en Jerez para escribir el libro que todos ellos merecen. Hoy sólo me resta dejar aquí testimonio de mi pesar -y transmitido a sus hijos-, por el fallecimiento de mi gran amigo y gran aficionado -como ha escrito Carabante- "Juaquinito". Descanse en paz.
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