el poliedro
Tacho Rufino
Universidad dual
Opinión
El barrio que le vio nacer, La Albarizuela, calle Arcos, le llora tras su definitivo adiós: Fernando Belmonte falleció el pasado 18 de julio –día maldito en el calendario de todos los españoles- en su domicilio de la pedanía jerezana, La Barca de la Florida, a los 81 años de edad. Descanse en paz. Cuando se asiente en la casa del Padre, seguro que se integrará en el cada vez más tristemente numeroso grupo de artistas de Jerez, a fin de tomar parte en “La juerga en el cielo” -como dejó poéticamente inscrito el granadino Manuel Benítez Carrasco-, lo mismo por bulerías de su tierra que por cualquier otro baile de la riqueza regional de España, porque Fernando Belmonte por afición, por intuición, por conocimiento, tocó todos los “palos” del baile junto a figuras como Antonio Ruiz Soler, “Antonio El Bailarín”, en cuya compañía permaneció vinculado como primer bailarín por espacio de años. Con posterioridad figuró en la compañía de María Rosa junto a la cual actuó en diversos países. Todo ello tras su marcha a Madrid en 1961 de la mano de La Paquera y el respaldo de Antonio Gallardo. Antes, mucho antes, Angelita Gómez y María Pérez mostraron a Fernando los secretos del baile flamenco que él asimiló y expandió por el mundo como ejerciente y enseñante al tiempo.
Pasaron años y, allá por los 80 volvió a Jerez para como productor y director dar forma al ballet Albarizuela en estrecha colaboración con el compañero Paco del Río. Ambos profesionales abrieron academia en la calle Arguelles en el local en el que años antes -pocos-, tuvo presencia la peña flamenca José Vargas “El Mono” -a la que, dicho sea de paso permanecí muy unido durante el tiempo en que ésta permaneció en activo, hasta el extremo de ser nombrado socio de honor -en unión de mi esposa, Milagros-, el día 7 de enero de 1978, diploma que conservo lujosamente enmarcado gracias entre otros aficionados amigos, a José María Lozano.
El ballet Albarizuela dio mucho juego artístico a Fernando Belmonte y Paco del Río, el primero dedicado a la enseñanza del baile flamenco y el segundo al baile clásico y regional. De ese trabajo común surgieron y continúan afortunadamente en activo figuras de la categoría de Joaquín Grilo, junto a otros nombres que si no han brillado con la misma intensidad han alcanzado el aplauso de los públicos allí donde han actuado dentro y fuera de Jerez. En nuestra ciudad, concretamente en el salón Don Guido, de la bodega Williams Humbert, calle Paúl -espacio que sirvió durante años para la celebración de los más diversos acontecimientos artísticos y culturales- homenaje al poeta Miguel Ramos, reconocimiento a informadores sobre el flamenco: Juan de la Plata. Francisco del Río (Cádiz), Antonio Núñez, Pepe Marín, en organización de la Federación Provincial de peñas flamencas. Como decimos, el ballet Albarizuela ocupó durante un tiempo dichas instalaciones ofreciedo actuaciones especialmente dedicadas a visitantes de las referidas bodegas.
Un aspecto más a destacar de la actividad de Fernando Belmonte es, el apartado referido a los premios y distinciones que logró durante su feliz trayectoria como bailarín-bailaor y esnseñante. En 2010, la Cátedra de Flamencología le hizo entrega de la Copa Jerez al baile, el Ayuntamiento por su parte le dedicó ese mismo año la Semana del Flamenco, el espectáculo homenaje “Reencuentro” sirvió para que algunos de los que fueron sus alumnos, con Joaquín Grilo al frente, pudieran acompañarle en ese reencuentro. La Peña Flamenca de La Barca dedicó uno de sus ciclos a tan ilustre vecino y el jerezano Tabanco El Pasaje le homenajeó con el mismo cariño que pone en cada uno de los actos que lleva a cabo a lo largo del año. El mismo cariño que Fernandp Belmonte puso siempre en su trabajo creativo y en la respuesta a quienes a lo largo de su vida fueron sus amigos familiares. Nuestro pesar se une al de sus familiares, vecinos de La Albarizuela y más íntimos amigos.
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