La Sacristía del Arte
“Con Oro de Ofir”:
Tribuna libre
Así reza el título de uno de los llamados dioramas históricos que han podido contemplarse durante estos días en los Claustros de Santo Domingo. Fue realizado por José Guerra Carretero en 1979 y el mismo recrea a unos monaguillos que en las dependencias de una iglesia, se afanan en el montaje de un nacimiento. Este diorama es uno de los muchos tesoros que, llegando diciembre, pueden admirarse en Jerez en exposiciones, museos, colegios, iglesias, conventos, casas de hermandad, domicilios particulares... con especial mención a las muestras de los ya citados Claustros de Santo Domingo, el Museo del Belén o la sede de la Asociación de Belenistas, en calle Chancillería.
En la segunda planta de la exposición de los Claustros, el panel informativo que nos introduce al imponente nacimiento de José Ignacio -Chiqui- Mateos, me devolvió a mi infancia, cuando llegando Adviento, a mis hermanas y a mi nos encantaba bajar a casa de tía Julia para ver las evoluciones del precioso Belén que hacía el tío José María. Algo parecido sucedió cuando hace unos días fui con mi hijo a casa de Antonio Gómez, que después de muchos años y gracias a su hija Mariví, vuelve a exponer allí un hermoso nacimiento para disfrute de quienes deseen visitarlo. No pude evitar recordar cómo me impactó siendo niño, aquel otro que el fundador de Madre Coraje hizo con figuritas traídas de Perú.
Es el mismo pensamiento que me asalta cuando paseando en estas fechas por Plaza Belén, recuerdo el asombro que me producía ver los preparativos de Justo Cuenda para su nacimiento en casa de los Miró.
Y es que uno de los encantos de visitar estas maravillas es ese viaje a nuestra niñez que muchos jerezanos experimentamos cuando contemplamos tales creaciones. Porque a la maestría de sus autores hay que añadir esa atmósfera de íntimo recogimiento, la sugestiva puesta en escena y lo añejo de los espacios donde pueden visitarse, -algunos convertidos con el tiempo en auténticos santuarios del belenismo-, haciendo de estas muestras, mágicos reductos de nostalgia, tradición y religiosidad popular frente al bullicio, la parafernalia y lo superficial de estas fiestas.
Emociona descubrir la capacidad de estos artistas para asombrar al espectador con el encantador realismo que elementos como el agua dotan a las composiciones, con sus fantásticas recreaciones del día y la noche, de los paisajes de Judea, de los caminos de Egipto y otras escenas tradicionales. Emociona ver que en algunos casos, son calles, plazas o templos de nuestra querida ciudad los protagonistas de no pocos dioramas o que algunos sean fenomenales homenajes a otros belenistas, como el que Esteban Benítez tributa a Fray Antonio Ruiz de Castroviejo, evocando magistralmente el impresionante Belén que el capuchino montaba en el patio del convento de la calle Sevilla.
Por todas esas emociones y vivencias que uno rememora deleitándose con estas obras de arte, sirvan estas líneas para agradecer como jerezano y como creyente a los Benítez Domínguez, Pérez Carrillo, Prieto Bononato, Romero Virtudes, Mateos Portillo, Romero Racero, Guerra Carretero y tantos otros, algunos de los cuales continúan montando el Belén en las Alturas. Como José Alfonso Reimóndez, "Lete", a quien recuerdo en las navidades de 2006 recibiendo con su inolvidable sonrisa a quienes visitábamos el nacimiento de la casa de hermandad de las Angustias. Belenistas de ayer, de hoy y de siempre, a quienes en su mayoría no tengo -o no tuve- el gusto de conocer, pero cuyos nombres fueron quedando en mi memoria por leerlos cada Navidad en los rótulos que informan sobre la autoría de cada diorama.
Así que no puedo estar más de acuerdo con el título que José Guerra Carretero eligió para aquel diorama de las navidades de 1979.
"El Belén hay que ponerlo" porque el arte y la tradición belenistas son emblemas indiscutibles de la Navidad jerezana.
"El Belén hay que ponerlo" para honrar no solo a los belenistas del ayer, sino a tantos padres y abuelos que con cariño y esmero pusieron el nacimiento o el Misterio en sus casas o de la mano nos llevaron a ver los dioramas, legándonos un ritual que con gran emoción seguimos repitiendo muchos jerezanos.
Y sobre todo, "El Belén hay que ponerlo" como hermosa reivindicación de las raíces cristianas de Europa -que tanto defendió Benedicto XVI- y para conmemorar que hace más de dos mil años, el Hijo de Dios nació en un humilde pesebre para cambiar la historia de la Humanidad.
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