La primavera se estrena con el árbol del amor que es el cercis siliquastrum. Es de una belleza impresionante, espectacular su súbita presencia entre los verdes que la naturaleza viste en esta época. Sus flores moradas o, mejor dicho, morado-purpureo son un grito de alegría, de nacimiento, de aurora. Es un grito de vida, es un grito de amor, por eso se llama así, y crece y viste los mejores jardines y las mejores avenidas, antes que otros árboles o quizás acompañados con las acacias marítima y salina, aunque éstas son de color amarillo obispo. La aparición del cercis es algo similar a otras partes, como los cerezos en Cáceres en el Valle de Jerte.

Le sigo la pista desde que en Botánica lo estudiábamos entre las fanerógamas leguminosas. Quizás nos llamaba la atención por su apellido "del amor". También es llamado 'árbol de Judas', pues según la leyenda, Judas Iscariote, tras su traición a Jesús, se ahorcó en uno de estos árboles.

Quizás sea falso, pero teniendo en cuenta sus propiedades medicinales, la corteza sirve para los catarros y dolores de cabeza, sus frutos son astringentes, su madera lisa y clara degenera con la edad en tortuosa y negra. Y esto te recuerda que si el amor es traicionero, te pueden vender por treinta monedas. Y puede suceder que el amor no bien cuidado, puede degenerar en droga y, lo que es peor, en funesta leyenda. El amor hay que cuidarlo, el verdadero amor es un pedazo de Dios.

Mas huyamos de tristes presagios, admiremos esta belleza primaveral, fruto primero en flor que nos brinda la madre Tierra. Es el amor primero ese que sentías extasiado mirando a los ojos de aquella mujer de tu juventud, esa amor que tuviste al abrazar tu primer hijo, ese amor con tu compañera del alma, ese amor de aquellos dos viejecitos cogidos de la mano que pintó un artista clásico italiano llamándole Il amore non invechia. Ese amor que cuando por desgracia muere uno, se parte el alma y es tanta pena, que le es imposible seguir viviendo. El amor es esa ternura, felicidad, nostalgia y ensueño cuando ambos se miran a los ojos extasiados y olvidados del mundo. También es amor ayudar a quien lo necesita, dar compañía al solitario, cantar al que está triste y mohíno y hasta invitar a café al vecino.

P.D. He tenido un sueño esta Semana Santa. Cuando llevaban los h. de p. romanos a Jesucristo hacia el Gólgota, apareció allí de pronto una compañía de guardias civiles y una bandera de legionarios hasta con la cabra, dándoles leña. Disfruté como un loco…

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