Ya están casi todas las canciones de Eurovisión y la sueca Loreen está de nuevo llamada a representar a su país y a traerse el micrófono de Liverpool casi de calle. Pero hay partido, por supuesto, aunque a día de hoy las bulerías de Blanca Paloma siguen siendo la propuesta más desconcertante, más 'nacional', más imprevista. El impacto real de la representante española se comprobará en la cuenta atrás. Pisando el escenario del festival. Y ahí puede ocurrir de todo en cuanto a la reacción de los espectadores del continente y del resto del mundo(porque "el resto del mundo" también vota a partir de esta edición).

El pasado año con Chanel, como se insistió desde este medio, la victoria era factible y posible y el resultado así fue, de victoria aunque ganara con justificación más que con justicia Ucrania. Ahora con el Eaea la posición es más incierta no por la calidad, no por la voz de su defensora, sino por la reacción que en última instancia puede tener el flamenco en el programa más visto de cada año.

Hay que confiar y tener seguridad en la propuesta española, aupada por aclamación en el Benidorm Fest. Puesto arriba o abajo, casi no es cuestión de mirar con lupa. Lo seguro es que Blanca Paloma y sus bailaoras tendrán un buen lugar como mínimo y permitirá que tengamos menos complejo respecto al flamenco, y por extensión, y a todas nuestras señas de identidad musical. Brindar algo alternativo, casi distante, al Slo Mo de Chanel ya es un punto a favor para las aspiraciones eurovisivas españoles. Y el sabor andaluz se merecía una oportunidad así.

Además la cantante, la cantaora, ha intepretado su tema en acústico en Lisboa y el videoclip será muy diferente a la actuación. Todo ello suma.

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