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Hace cincuenta años, todos usábamos dos apellidos en el Marco del jerez. Y era así porque ‘el pueblo más bonito del mundo’ - como le llamó un alcalde de por aquellas décadas- era muy cosmopolita, desde hacia siglo y medio al menos y no se utilizaban los motes o nombres familiares que gustaban a la mayeteria costera o al serrano recién bajado a nuestra ciudad. Por ello, es de Juan Pedro Simó y Marra-López, de quien hoy va mi elegía.
Además, que opino y sin quitarle un ápice de merito a la personalidad y trayectoria de mi amigo – y redactor-jefe como colaboradora asidua del Diario en sus cuarenta años profesionales- que somos depositarios del bagaje de los apellidos de nuestros mayores. Cuyos patronímicos también heredamos en casos.
Y para los que venimos del sector jerez y brandy de la segunda mitad del siglo pasado, Juan Pedro Simó - y Fernández de Bobadilla- también fue su padre. Un hombre comercial de la Bodega que hizo un trabajo encomiable por las tierras de España durante medio siglo. Y en tandem con Hilario de la Mata, llevaron al 103 y demás brandies y marcas señeras de vinos de Bobadilla a los mejores y más punteros medios y mercados. Juan Pedro hijo, vivió aquello. Supo de la simpatía, gracia y esplendidez en el trato y lo llevó a gala son sus compañeros y lectores que ahora le homenajeamos, con nuestro agradecimiento.
Llevaba en sus genes y fino carácter la eficacia de la gestión en su cometido, que fue característica de los hijos de los fundadores de su saga bodeguera paterno-materna – el uno en la bodega, el otro en la marina, el tercero en la investigación de la vitivinicultura. Y fueron sus tíos más cercanos, con la imprentita manual de la bodega aun en la calle Cristal, quienes publicaron los primeros opúsculos familiares y las primeras crónicas taurinas en el diario local que firmaba un ‘Don Naide’, seudónimo que ocultaba a Vicente Bobadilla, un luego editor internacional.
Juan Pedro, de rotunda voz, amable toná y atenta escucha, fue un gestor muy de teléfono –en los últimos años- cuando los redactores Y reporteros, a quienes tanto enseñó, salían en busca de la noticia o reportaje. Y su serie de dobles paginas dedicas a las sagas bodegueras y su Cuarto de Muestra, dan fe de de su capacidad de investigación. Que completaba viviendo el Jerez de la atardecida y la penúltima copa tras el cierre de la edición en la madrugada.
Por su otro costado, en el Marra-López, le llegaba la sal de El Puerto de Santa María, por su señora madre Pilar, con dulzura de viña de arenas en las lindes de la Pedro Xímenez y Moscatel de Alejandría. Como supieron ver siempre sus hermanas y apreciar tanto su gran compañera Gloria Moreno Velasco, otra profesional del periodismo donde las haya. Que Nuestras Señoras de la Merced y los Milagros, les tenga bajo su manto.
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