Análisis

Inmaculada Peña Ruiz

Jerez, Montañeses y el Vino de Marsala

Los vinos sicilianos de Marsala, junto con los del Marco de Jerez y la Manzanilla de Sanlúcar en España y los portugueses Oporto y Madeira, forman parte de los vinos fortificados históricos de Europa. Y al igual que en estos dos países, su historia tiene luces y sombras, que viajan entre unos periodos de esplendor debidos a la demanda de exportación, y otros de decadencia, con graves caídas en las ventas.

El vino de Marsala toma su nombre de la ciudad homónima italiana, ubicada en la provincia de Trapani (Sicilia) y está amparado por una Denominación de Origen Protegida desde 1969.

Su popularidad crece gracias a la figura del comerciante inglés John Woodhouse, cuya actividad propicia el amplio despliegue de la actividad bodeguera en la ciudad a partir de 1773.

Como curiosidad, me gustaría hablar sobre varias líneas que Manuel María González-Gordon dedica a estos vinos sicilianos su libro Jerez-Xerez-"Scheris", publicado en 1935.

En su capítulo sobre la vinicultura jerezana, González-Gordon habla sobre la figura de los Montañeses en la ciudad de Jerez, por ser considerados en su época buenos catadores y capataces de bodegas importantes.

En la página 298 cuenta la historia de cómo desde una compañía inglesa propietaria de bodegas en Marsala, solicitan a un distinguido capataz montañés jerezano para implantar el sistema de homogenización y envejecimiento que se usa en las bodegas de Jerez, siendo conscientes de la calidad que aportaba al producto el tradicional sistema de Criaderas y Soleras.

Hoy en día, este sistema se sigue manteniendo en Marsala, donde recibe el nombre de "in perpetuum".

La falta de datos en la historia quizás nos indique que se encuentra más cercana a la leyenda que a la realidad.

Aunque a pesar de ello, no deja de ser una curiosidad más de nuestra historia bodeguera.

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