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El primer semestre ha sido el peor en la evolución de los mercados de renta variable en décadas. En el caso del Euro Stoxx 50 (-20%) y el Stoxx 600 (-17%) hay que remontarse a 2008, y en el S&P 500 (-21%) y el Nasdaq (-30%) a 1970. Todo ello en un contexto en el que el índice MSCI All-Country retrocedió un 21% marcando su peor registro desde 1988.

Detrás de estas caídas se encuentra la persistencia de la inflación en niveles máximos en las últimas cuatro décadas, que se han visto aceleradas desde el inicio de la guerra en Ucrania. Una circunstancia que ha provocado no sólo que los bancos centrales (excepto China y Japón) intensifiquen el endurecimiento previsto este año de su política monetaria, sino también un significativo deterioro de las perspectivas de crecimiento.

El mes de junio ha sido especialmente negativo ante el creciente temor a una recesión económica, que se ha reflejado en un descenso generalizado de las bolsas mundiales de en torno a un 8% en promedio. Otros factores que han incidido en las menores expectativas de los mercados han sido el empeoramiento de la situación geopolítica global tras la invasión de Rusia a Ucrania, la mayor ralentización de la economía china, la crisis energética y la persistencia de los problemas en las cadenas de suministros.

A pesar de esta evolución, en el caso de Europa, ha destacado la positiva evolución del índice PSI 20 portugués con una subida de un 9% desde comienzos de año, explicada por su elevada exposición a los sectores de materiales, financiero y energía. En contraste, el índice Nasdaq, representativo de las empresas tecnológicas en EEUU, se ha visto fuertemente lastrado por el repunte de la rentabilidad de los bonos.

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