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Línea de fondo

Santiago Cordero

Santiago.cordero@jerez.es

Un poquito de por favor

La grandeza de Vicente Del Bosque

HACE unos días escuché una entrevista que le hicieron a Iturralde González, exárbitro de fútbol de Primera División y actualmente comentarista deportivo en la SER, en la que contó una anécdota que le sucedió con Vicente Del Bosque, por aquel entonces entrenador del Real Madrid.

El tema en cuestión era que en una final de Supercopa en el estadio Santiago Bernabéu ante el Zaragoza, Iturralde cometió un par errores que perjudicaron al Real Madrid. El árbitro vasco contó como el público les abucheó cuando se dirigían a los vestuarios. Él era consciente de su metedura de pata y trató de abandonar el césped aparentando la mayor tranquilidad posible.

El caso es que en el túnel de vestuarios le estaba esperando el entrenador del Madrid, Del Bosque, quien le dijo "Itu, esto es fútbol. Esto es un juego y aquí todos fallamos. No pasa nada".

Al rememorar esta anécdota Iturralde exclamó: "¡En una final! Casi le doy un abrazo y me pongo a llorar", para sentenciar finalmente sobre Vicente Del Bosque "en estos momentos se ve a la gente, en las malas. En las buenas, todo el mundo es muy bueno".

Estos días le he estado dando vueltas a este gesto en el que alguien que ha sido perjudicado por otra persona hace un ejercicio de gran empatía y es capaz de ponerse en la piel de la otra persona, de entender el error y el sufrimiento que eso le causaba, hasta el punto de darle todo su apoyo.

Imaginan lo que sería una sociedad con un mínimo de empatía por parte de todos. La cantidad de disgustos, cabreos, discusiones que nos ahorraríamos. La cantidad de embrollos y entuertos que se arreglarían. ¡Lo bien que dormiríamos!

Sin embargo, esto no es lo habitual, lo que se estila y va a más cada día es la radicalización en todos los ámbitos de la vida. En el deporte, en la política, hasta en lo más cotidiano. Valga como ejemplo la discusión, sin acuerdo o solución final, que presencié el otro día en un bar. Ya que estamos en Cuaresma, la sangre de los cofrades y los costaleros empieza a calentarse más aún si cabe.

Pues el caso de disputa era dirimir qué Cristo de Jerez era el mejor. Pues como digo el calentón fue de órdago y, por supuesto, no hubo acuerdo. Menos mal que todos eran cristianos y que además no llegaron a las manos. Pues eso mismo, 'un poquito de por favor'.

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