La Velasco y su increíble capacidad de actriz
Es muy posible que algún amable lector de este espacio se sorprenda al leer el titular: la Velasco –Conchita en sus comienzos, Concha en su madurez y Excma. Sra. doña Concha para el recuerdo-, aun cuando en lenguaje teatral fue y será –para mí-, la Velasco. El denominarla de dicha manera es una forma de nombrar que se empleaba en épocas pretéritas y que, hasta aproximadamente la primera mitad del siglo pasado estuvo en la actualidad del lenguaje teatral: –la Membribes, la Ladrón de Guevara, la Zúfoli y otras excelencias interpretativas con las que Concha Velasco ha pasado a formar parte de la historia del arte de Talía-. Si tan sólo fuera preciso dejar constancia de un trabajo suyo –aunque este lo fuera, que lo fue para un set televisivo-, bastaría su excepcional interpretación de Santa Teresa de Jesús. A mí, como teatrero me gusta valorar más su trabajo sobre el escenario que el realizado para el cine –sublime en Tormento- y televisión, que son trabajos más agradecidos publicitariamente y es posible que económicamente, pero infinitamente menos peligrosos que el realizado sobre un escenario sin más ayuda que la memoria de la actriz o actor y su sentido de la improvisación, su propio sentido del arte creativo.
Concha Velasco ha sido un todo en la interpretación: comedia, drama, tragedia, musical… sin jamás perder su risa, su simpatía, su improvisada actitud ante la vida, como muestra en la ilustración que se acompaña en la que, sin dejar de responder a las preguntas que fui lanzándole, ríe abiertamente a la invitación del compañero fotógrafo. Fue en el espacio de un día de verano de no recuerdo el año en el que nos dimos cita un grupo de amigos convocados por Mila Izaguirre –pintora jerezana-, los hermanos Salido, el director cinematográfico Sáenz de Heredia y Concha Velasco, en el Parador de Turismo de la población arcense. Hablamos, reímos, comimos y bebimos –siempre Jerez-, todo ello salpicado por la risa incontenible, contagiada por la soberana actriz.
Fue la única vez que entrevisté y coincidí con la vallisoletana. Antes y después he podido disfrutar de su empatía en los escenarios de nuestro Villamarta y en los de otras ciudades: “Inés desabrochada”, de Antonio Gala. Compartiendo trabajo –quiero recordar-, con Nati Mistral, “Reina Juana”, “La habitación de María”, “Las manzanas del viernes”, “El funeral”, etc. Ni quiero ni debo incidir en la reseña de los numerosos títulos televisivos y cinematográficos que han tenido a Concha Velasco como protagonista desde el día en que, para sí le dijo a su madre: “Mamá, quiero ser artista”… No debo seguir por este camino por consideración a los muchos profesionales que han escrito y continuarán escribiendo sobre “La Velasco” y, por atención a los posibles lectores de este espacio que han visto, oído y leído todo –o casi todo-, lo que pueda ser dicho o escrito por y para la inolvidable “Chica yé, yé…”. La gran vallisoletana, la gran española, la inmensa actriz.
Descanse en paz.
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