El cambio horario bueno

28 de octubre 2023 - 00:30

Esto del cambio de la hora; adoptado por la Unión europea con el propósito de lograr un ahorro de energía y conciliar, en lo posible, el ritmo de vida de los distintos países que la integran; práctica que se remonta ya a los años setenta del siglo pasado y que los funcionarios continentales, tan aficionados a regular la vida de quienes habitamos en el llamado viejo continente, establecieron en 1981 y que desde entonces ha contado con fervientes “hinchas” o el primaveral que acumula cada año más detractores y que si no hay ningún acuerdo que lo anule seguiremos “disfrutando” un par de años más, hasta 2026; sigue aun concitando el unánime comentario de la gente; unos para manifestar su contrariedad con el llamado horario de verano que tendremos en el venidero marzo, en el que se duerme la noche del cambio una hora menos de lo habitual y otros; creo que casi todos; con el que hoy mismo modificara los relojes durante la inmediata madrugada para que pueda disfrutarse de sesenta minutos más de sueño; que siempre se agradece…

Dicen, quienes hablan como expertos, que esta modificación del horario supone un estimable ahorro de energía, aunque las cifras que se facilitan del mismo no parecen muy significativas, aunque es evidente que en cuanto a la luz natural si que se nota ya que ayer mismo y encima con los “trenes de borrascas” de los que ahora hablan tanto los técnicos de meteorología, a las ocho de la mañana casi teníamos noche cerrada y la claridad era ciertamente apreciable pasadas las siete y media de la tarde y a partir de mañana domingo, podremos disfrutar de una amanecida más tempranera aunque por el contrario, las seis del horario vespertino, la falta de claridad marcará ya la llegada del temido invierno para muchos…

Y es que como nuestro viejo refranero se encarga en resaltar, “nunca llueve a gusto de todos”, mucho menos en asuntos que inciden en la totalidad de la población.

Por tanto habituémonos a esta modificación, como a tantas otras que nos han ido llegando con el transcurrir de la vida, y quien pueda y no padezca de insomnio que duerma ya en la noche del domingo con la certeza de que el lunes podrá saltar de la cama sesenta minutos más tarde de lo acostumbrado, aunque eso signifique que a mediodía le puedan sonar las vacías tripas, reclamando el necesario aporte calórico y nutricional del almuerzo, que acostumbrado tanto tiempo a sentarse a la mesa alrededor de las dos y media de la tarde de hoy mismo, tendrá que aguardar pacientemente mañana sesenta minutillos mas para cumplir el nuevo horario con que nos obsequia el funcionariado continental con sus obligatorias decisiones…

Claro que a esto muchos le llaman progreso, aunque tal vez suponga un trastorno evidente la directiva de los que gobiernan desde Bruselas…

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