Análisis

JOSÉ LUIS REPETTO BETES

Último abad de la Iglesia Colegial

Un canónigo de Jerez, camino de los altares

El sábado día 7 de este mes de octubre, fiesta de la Virgen del Rosario, en la hermosa Iglesia Catedral de Málaga, bajo la presidencia de su dignísimo obispo, ha tenido lugar la solemne apertura de la causa de beatificación y canonización de los Mártires de 1936-1939, agrupados así:

1.- Moisés Díaz-Canejas Piñán y 87 compañeros.

2.- Leopoldo González García y 67 compañeros.

3.-Manuel de Hoyo Migens y 58 compañeros.

Entre estos mártires se encuentran dos que tienen relación con nuestra diócesis de Jerez, y que son:

1.- Don Luis Tovar Hita, párroco de Setenil , en cuya parroquia lo recuerda una extensa inscripción latina.

2.- Don Juan Ruiz Candil, canónigo doctoral de la Iglesia Colegial de Jerez.

Habiendo muerto el 3 de septiembre de 1896 el doctoral D. Francisco Trujillo Ortega, el Cabildo Colegial, con licencia del arzobispo dispuso las oposiciones para cubrir el cargo. Se tuvieron a partir del 12 de enero de 1897, y a ellas se presentaron varios sacerdotes, uno de ellos, Don Juan Ruiz Candil, nacido en Grazalema en 1866. Había estudiado en el Seminario de Sevilla, que era entonces Universidad Pontificia, y se había licenciado en Derecho Canónico, pasando luego a la Universidad Hispalense, donde obtuvo la licenciatura en Derecho Civil.

Ordenado sacerdote, estuvo siempre disponible para el púlpito y el confesionario, y una vez que tomó posesión de su canonjía, comenzó a acudir fielmente dos veces cada día a la Colegial para el canto coral de las horas canónicas. A las 9 ó 9:30 de la mañana se cantaban las horas menores y se tenía la misa coral cantada, y a las 3 de la tarde se cantaban vísperas y completas y los maitines y laudes del día siguiente según era la costumbre entonces.

Don Juan reservaba los días de julio para pasarlos en su pueblo natal, pero no porque en Grazalema haya un clima más fresco que el de Jerez sino porque quería asistir a la novena de la Virgen del Carmen, de tanta devoción en su pueblo.

Llegado el mes de julio del año 1936, Don Juan, siguiendo su costumbre, se fue a Grazalema para asistir a la novena de su querida Virgen del Carmen. Y estando allí tan tranquilo, aunque debió enterarse por la prensa de que el jefe de la oposición, Don José Calvo Sotelo, había sido asesinado en Madrid el día 13, no por eso pensó que las cosas iban a cambiar drásticamente, y así estaba en su casa de Grazalema cuando el 18 de Julio se produjo el Alzamiento militar que trajo consigo el comienzo de la guerra española y el principio de la terrible persecución religiosa.

Los elementos de izquierdas se apoderaron de la población de Grazalema y comenzó el martirio de Don Juan. Los milicianos fueron a su casa y le obligaron a despojarse de la sotana, le obligaron a entregarles las imágenes y cuadros religiosos que tuviera, los cuales fueron destruidos en su presencia. Tuvo que aguantar insultos y blasfemias, soportándolo todo con la mayor paciencia.

Las visitas y los registros de los milicianos se prolongaron durante todo el mes de agosto, y fue al final del mismo cuando los perseguidores de la Iglesia decidieron acabar con la vida de aquel digno y pacífico sacerdote.

En la noche del 29 al 30 de agosto de 1936 Don Juan con su hermano Mariano fue arrestado en la casa en que vivía y retenido en el local del llamado Comité hasta que a las 9 de la noche fue obligado a subir a una camioneta con su hermano Mariano, anciano de 75 años, y a ella subieron también a otras personas. Salieron fuera del pueblo y tomaron la carretera de Grazalema-Montejaque. Llevaban recorridos unos cuatro kilómetros cuando alegaron que a la camioneta le faltaba aceite. Pararon y mandaron a todos los detenidos que bajasen. Don Juan, al ver los fusiles comprendió que iban a matarlos y, sacerdote hasta el final, les dio a todos la absolución sacramental. Seguidamente se produjo el fusilamiento. Don Juan, pese a los registros, había logrado esconder un pequeño crucifijo, que estaba besando y cayó con él en la boca cuando lo fusilaron.

Más tarde trajeron al lugar otra tanda de condenados a muerte y el chófer de este segundo coche pudo ver el cadáver de Don Juan y el pequeño crucifijo en su boca. Los fusilados fueron enterrados en una fosa común.

En Jerez no se supo el asesinato de Don Juan hasta el día 19 de septiembre. Hubo sesión extraordinaria del Cabildo Colegial. Se celebró una misa solemne por su eterno descanso. El arzobispo, Sr. Cardenal Segura y Saenz, mandó poner en la Capilla de San José una lápida conmemorativa del martirio, que aún subsiste. Mandó también tomar declaración a dos testigos: uno que iba en la furgoneta con Don Juan y al que un amigo salvó de la muerte, y fue testigo de su fusilamiento , y el chófer del coche de la segunda tanda que pudo ver a Don Juan, muerto junto a su hermano Mariano, y con el crucifijo en la boca. El Sr. Cardenal mandó publicar un libro con los testimonios sobre todos los martirios habidos en la archidiócesis.

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