Desvergüenza

Uno que el autobús sólo lo coge cuando es Feria y porque desde Plaza Esteve a la Puerta del Recinto González Hontoria se tarde poco más de quince minutos y, además, vas fresquito, este verano he tenido que echar mano del mismo para desplazarse sustituyendo a su medio natural que siempre había sido el tren.

La culpa, para variar, la tiene el Señor Puente y su nefasta política ferroviaria. Sí, creo, que comenzamos el curso escolar como lo dejamos en junio. Sin trenes o con los trenes peores de toda la historia y en un desastrozo funcionamiento. En julio, yendo hacia Madrid, nos pararon a la altura de Guadajoz, pequeña pedanía que está en mitad de la nada y que este que esto les escribí, conoce porque, allí, ejercía su sacerdocio, Don Manuel González, venerable, sabio, entrañable y amigo cura de corazón bético -todo no iba a ser bueno-, amante de los coros de campanilleros y conversador lúcido de casi todo. En aquella soledad tórrida, sin aire acondicionado, y la gente buscando una ‘mihita’ de frescor vespertino, viví la angustia de los niños pequeños, la tristeza callada de los ancianos, la rabia contenida de casi todos y la desesperanza del probo revisor y los esforzados trabajadores de la cafetería del Alvia.

Una pesadilla en medio de la desolación y sin saber muy bien a qué atenerse porque nadie sabía nada más que lo que era seguro. El ferrocarril en España es un desastre al que se han cargado por la ineficacia , la insolvencia y las desvergüenzass de una política que no es política, llevada a cabo por un patético señor, descarado, maledicente, sin un ápice de dignidad, además de inepto irredento, y que, asimismo, tiene la desfachatez de reírse de los usuarios que son los que le pagan.

En aquella nada de tristeza, coraje, indefensión y caliginosa amargura sonaban los móviles con mensajes de RENFE advirtiéndote de lo que, ya, estabas sufriendo: ‘Su tren marcha con retraso’. El indigno, soberbio, insolente, caradura... Señor Puente, mientras, escribía mensajes ‘alentadores’: ‘Estamos ¿¡mejorando!? para usted’. Desvergüenza absoluta en un país que no juega ni en la Segunda Federación de la RFEF. RFEF que no tuene nada que ver con la RENFE del Señor Puente y de su Jefe.