Sanción ejemplar en tiempos convulsos
Fernando Quiñones, recordado en la revista jiennense ‘Candil’
No es oportunismo, es justicia. En el número 174 de la revista ‘Candil’, publicación que es posible gracias al convenio de colaboración para su coedición entre la Diputación Provincial de Jaén y la Peña Flamenca de la citada capital andaluza, entre otros inestimables trabajos firmados por acreditados escritores y reconocidos aficionados al arte flamenco, figura el que Eugenio Cobo Guzmán titula Fernando Quiñones: la generosidad; trabajo con el que comulgo y del que en cierta medida quiero, con algo de “oportunismo” es cierto, y justa justicia para el autor del trabajo –que le agradezco con toda sinceridad- volver sobre el doblemente gaditano –por nacimiento en Chiclana y por adopción en Cádiz”, amigo, admirado y “generoso” Fernando Quiñones, de quien conservo el recuerdo de algunas entrevistas y encuentros en Jerez al ser él también miembro de la Cátedra de Flamencología y Estudios Folklóricos Andaluces, de Jerez, entidad que, en su momento le distinguió con el Premio Nacional de Investigación.
Hace unos años puse en pie un texto de Fernando Quiñones titulado “El testigo” ofrecido en distintos escenarios –la primera función se llevó a cabo en el Centro Andaluz de Documentación del Flamenco y el último pase ha sido, en lectura pura y dura, el pasado mes de abril, en la Fundación Caballero Bonald-. La referencia citada lo es para poner de manifiesto, de una forma directa, mi relación con el autor chiclanero; pero el hecho de volver sobre Fernando Quiñones lo ha propiciado, como puede constatarse en el párrafo anterior, el hecho de que Eugenio Cobo lo haya traído como protagonista de su información en la revista ‘Candil’, destacando profusamente aspectos de la abundante producción creativa en prosa y verso, así como rasgos personales diversos de la personalidad de tan “generoso” e ilustre creador gaditano: Fernando Quiñones,
El autor del trabajo que me sirve de incentivo para volver con entusiasmo sobre Fernando Quiñones, Eugenio Cobo, ilustra el mismo con la reproducción de portadas de algunas de las o+bras del gaditano amigo así como fotografías localizadas en tertulias –junto a Caballero Bonald y Félix Grande- en espontáneas intervenciones como aficionado cantaor acompañado a la guitarra por José Herrera así como la fotografía captada en la localidad gaditana de El Bosque toreando a una vaquilla, su libro de relatos “La gran temporada”, “De Cádiz y sus cantes”, “El flamenco vida y muerte”, “Las crónicas de Al-Andaluz”, “Antonio Mairena, su obra, su significado” y otras reproducciones de actos convivenciales.
Claro que el chiclanero -con la Fundación que lleva su nombre en su pueblo-, además de ocupar su tiempo escribiendo, supo combinar su producción con otros menesteres como la puesta en marcha de la semana cultural “Alcances”, en Cádiz, sus viajes –algunos mano a mano con Félix Grande por diversos países de Hispanoamérica-conferencias, recitales poéticos y de cante y toque de guitarra de ambos. Fernando vivió en Madrid; en la capital se encontraba residiendo cuando telefónicamente le pedí autorización para dar forma al texto “El testigo”; fue en 1986 y su respuesta escrita que abrevio, vino en decir: “Querido paisano: con esta mojarrilla (dibujo inserto) de mi Caleta gaditana “El testigo” es tuyo para hacer un buen caldo “especiá”. Vivió en Madrid, pero jamás se apartó de su gaditanísmo, volviendo a Cádiz cada dos por tres, brujuleando entre los herederos de aquellos que fueron figuras del cante, viviendo de cerca los efluvios de la peña flamenca “Enrique el Mellizo”, recorriendo sus barrios, celebrando encuentros con sus amigos de juventud… viviendo a tope su gaditanísmo a ultranza.
Termino por hoy agradeciendo a Eugenio Cobo su trabajo sobre Fernando Quiñones así como a la revista ‘Candil’ por cuanto lo ha destacado en su número 174, un ejemplar de la cual, gracias a la peña flamenca de Jaén, he podido disfrutar y propiciado este comentario.
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