Si yo fuese programador de la Seminci de Valladolid que vivimos con intensidad estos días, habría puesto todo el empeño en conseguir presentar en primicia algunas de las producciones de no ficción que Movistar nos ha cocinado para servir a la carta durante la temporada que estrenamos, a cuál más motivadora: ETA. El final del silencio; El corazón del imperio (romano), narrada por Santiago Posteguillo; El Palmar de Troya, y Espías (ésta última todavía en desarrollo).

La Seminci ha optado por la ficción de Leticia Dolera, Vida perfecta, que se podrá ver en pantalla grande tras su estreno ayer en la plataforma. Justo al mismo tiempo que el cineasta Isaki Lacuesta estrena también en la pantalla 'pequeña' su documental Bajo escucha. El acusado, sobre el doble crimen cometido en Almonte en 2013 todavía no resuelto. Una miniserie que ya se puede ver bajo demanda en la plataforma.

A estas alturas cabría reflexionar sobre la posible inflación de las series. Los analistas televisivos comienzan a escribir atinados editoriales sobre esta cuestión. ¿Tienen los días contados las series de ficción en el prime time de las cadenas generalistas? Porque no hay ninguna que soporte los altos índices de audiencia de sus respectivos estrenos pasado el segundo o como mucho el tercer episodio. Ejemplos hay muchos: Pequeñas coincidencias, Malaka, Toy Boy, Señoras del (H)ampa)…

Por otro lado, ¿pinchará la burbuja de la ficción en las plataformas? Porque, ¿cuándo están invirtiendo en realidad dichas plataformas en las ficciones españolas? Movistar ha presentado su lote de no ficción aclarando que este año ha invertido el 20% de su presupuesto de entretenimiento en este género documental. Dedicar una quinta parte implica un compromiso fuerte con este formato. Y es una muy buena noticia. Por eso si yo fuera programador de la Seminci habría peleado por que en Valladolid se hubiesen visto algunos de estos trabajos en rigurosa primicia.

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