Ya ni la gestión

Gestionar es ocuparse de la administración, organización y funcionamiento de algo. También, manejar o conducir una situación problemática. Con un objetivo: en el caso de las empresas privadas es ganar dinero, en la administración pública se supone que es el bienestar general, lo que nunca incluye morir o sufrir sin ser atendido en una catástrofe que pudo evitarse o reducirse.

En política la derecha suele presumir de buena gestión, despreciando a la izquierda por su supuesta opción más ideológica. Pero últimamente se ha demostrado que la derecha no es capaz de gestionar bien. Recordemos la Dana de Valencia, los incendios de Galicia y Castilla-León y, también los cribados del cáncer de mama en Andalucía. Hablamos de pérdidas cuantiosas, de muertes y de un estado de ansiedad e indignación de la población que conlleva el máximo desprestigio de las instituciones públicas y el estado. Catástrofes que podían haberse evitado o, al menos, reducido en gran medida. Pero la derecha española ha optado por ser negacionista del cambio climático y privatizar o debilitar los organismos públicos que, a la hora de la verdad, son indispensables para combatir esas catástrofes. Y no es solo ahora. Si retrocedemos en el tiempo nos encontramos con el Prestige, el Yak-42, el Metro de Valencia y la oscura y cruel gestión de Ayuso en la pandemia (Dios nos libre de ser viejo en Madrid). En todos los casos se ha reaccionado igual: mentir inicialmente para minimizar los daños, echar la culpa a otros y despreciar a las víctimas.

Los objetivos que parecen guiar al PP en su gestión no huelen bien. Con las privatizaciones se han beneficiado los de siempre (¿amiguetes?). Y, en paralelo, se actúa para desvirtuar el estado hasta que la sociedad sea una selva con un letrero en la puerta que diga: “Sálvese quien pueda”.