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Con profundo respeto y admiración me atrevo a despedir a Hugo Gómez, abogado, profesor, sindicalista y militante incansable por la justicia social, quien ha partido a los 88 años de esta tierra que lo acogió y donde entregó gran parte de su vida a acompañar y defender a quienes más lo necesitaban.
Desde muy joven, en su Colombia natal, Hugo luchó por los derechos de los trabajadores y de los sectores más oprimidos. Su compromiso con la justicia le llevó a enfrentarse a la violencia política y social, lo que finalmente lo empujó al exilio en 1979. Después de un tiempo en Francia, se estableció en España, donde encontró un nuevo espacio para seguir con su lucha incansable.
En nuestro país, Hugo nunca dejó de estar al lado de los más débiles. Inscrito en los Colegios de Abogados de Cádiz y Jerez, dedicó su carrera a defender a quienes no tenían voz. Fue protagonista en casos como el de las corralas de Sanlúcar, donde apoyó a familias sin hogar frente a los desahucios, y también en el Sindicato Andaluz de Trabajadores, acompañando las luchas del campo y de los trabajadores andaluces.
Hugo nunca se consideró un simple abogado. Él mismo decía que era un militante social que se valía del Derecho para luchar junto a la gente. Su ejercicio profesional siempre fue un medio para transformar la sociedad, no un fin en sí mismo.
A pesar de no haberlo tratado mucho personalmente, siempre tuve referencias cercanas y sinceras sobre su tarea y su persona. Quienes compartieron camino con él hablaban de su entrega, de su sencillez, de su coherencia y de su valentía. Su melena blanca, su bigote y su perilla eran inconfundibles, tanto como su presencia constante en manifestaciones, asambleas y en los juzgados defendiendo siempre a los más vulnerables.
En los últimos años, la vida no le fue fácil. Las penurias materiales y las dificultades propias de la edad se hicieron presentes. Sin embargo, nunca se rindió. Siguió comprometido con las causas que dieron sentido a su existencia, fiel a sus principios hasta el final. Su resistencia cotidiana fue otra forma de militancia, la de no claudicar ni siquiera en los momentos más duros.
Hugo fue también un firme crítico de las injusticias globales. Su voz denunció sin miedo la represión en Colombia y la explotación de los pueblos por parte de las grandes corporaciones. Siempre desde la honestidad y la convicción.
Hoy despedimos a Hugo Gómez como lo que fue: un ejemplo de lucha, solidaridad y humanidad. Su vida fue un faro para quienes creen que otro mundo es posible. Aunque se haya ido, queda su legado en cada causa justa y en cada persona que siga soñando con una sociedad mejor.
Tu vida fue trinchera. Tu legado es bandera. Hasta siempre.
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