La publicación del IPC adelantado de febrero de la Eurozona ha constatado la entrada del actual proceso inflacionista en una nueva fase "pegajosa" (sticky prices) que augura un período en el que los precios podrían estabilizarse en niveles elevados.

En este sentido, en la Eurozona el IPC general apenas se moderó una décima hasta situarse en el 8,5% interanual (+0,8% en términos mensuales), mientras que la tasa subyacente (excluyendo alimentos frescos y energía) repuntó 0,3 pp hasta el 7,4% interanual. Por partidas, destacó el encarecimiento respecto a enero de los alimentos frescos (+3,4%) y de los servicios (+0,9%). La nota positiva la ofreció la energía, cuyos precios cayeron un 1,1% mensual.

Así, a pesar del efecto base (en febrero de 2022, el IPC general repuntó un 5,9% interanual) y la paulatina normalización de la cadena de valor global, la evolución de los precios refleja que el traspaso del incremento de costes a precios finales no ha finalizado. Una gradualidad en la moderación de los precios que eleva el riesgo de cronificación y que podría implicar un mayor endurecimiento de la política monetaria del BCE.

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