¿Quién maneja mi barca?

¡albricias! Parece que de una vez por todas nos ahorramos el bochornoso espectáculo de concurrir al Festival de la Canción de Eurovisión. Aunque se trata del programa de televisión más antiguo del mundo, el problema no es que huela a naftalina, es que en su degeneración huele a porros, marihuana, pachuli, zotal y a salmón con roquefort. Hace años que dejó de apostar por la música de calidad para dedicarse al canturreo de saltimbanquis de esos países bárbaros del norte que, como es lógico, se votan entre ellos.

Desde que Televisión Espantosa mandara en 1983 a Remedios Amaya a manejar su barca a Munich, y hasta que Rodolfo Chikilicuatre nos enseñara el ‘crusaito’, el ‘maiquelyason’ y el ‘robocó’, todo hacía presagiar que una retirada a tiempo sería una victoria.

Como prueba manifiesta del exotismo de la universidad española, en la Autónoma de Madrid se ha publicado un reciente trabajo sobre la hipersexualización y ‘exotización’ de Remedios Amaya en su participación ‘eurovisiva’. Como no podía ser de otra forma, el fracaso de la flamenca se achaca a que revivía la imagen una España explotada por el cine de folklóricas y la industria turística durante el franquismo. Hasta no hace mucho tiempo, corría el bulo de que fue elegida por su origen gitano para conmemorar el holocausto romaní vivido en Múnich durante la Segunda Guerra Mundial.

Una vez fuera de Eurovisión, lo siguiente podría ser salir de la OTAN. No sé si el Presidente lo ha pensado. Si no fuera así, le aporto la idea. Felipe González nos metió por referéndum y Pedro Sánchez nos puede sacar por ‘collons’, si es que fuera necesario el aporte bravo de Puigdemont. Realmente, España no necesita quien la defienda, porque se defiende ella sola. Ya sabemos que con las bombas que tiran los fanfarrones se hacen las gaditanas tirabuzones.

Pero el resultado será el mismo: United States, 10 points; Spain, 0 points.