Lo primero que me gustaría aclarar es que en esta ocasión no es cierto que vaya a hablar sobre otro monumento mediocre. No lo es, pero creo que parte de su entorno sí, espero explicarme bien en esta columna. ¿Falta de interés? ¿un cero en perspectiva? ¿es qué el responsable no lo ve?... me asaltan las dudas.

Visitamos la Plaza de Rafael Rivero, una de las plazas de Jerez con más encanto de la ciudad por las bonitas fachadas de casas señoriales que la arropan y el buen ambiente que se respira en sus terrazas. Y gran parte de su encanto se debe también al busto de Rafael Rivero que la preside y da su nombre.

Fue levantado por suscripción popular en 1883, como homenaje a la figura de este alcalde por su buena gestión de la ciudad, con acciones tan aclamadas como por ejemplo la creación de la Caja de Ahorros de Jerez o el Acueducto de Tempul, entre otras muchas.

El monumento bajo mi punto de vista tiene bastante calidad. Me gusta mucho la combinación de grises que tienen la propia escultura de bronce, obra del escultor lombardo Augusto Franzi, y el pedestal, diseñado por el arquitecto jerezano Joaquín de Vargas. El conjunto es sobrio y elegante, muy acorde a los cánones estéticos que se desarrollaban en Jerez durante esa época.

Pero no olvidemos que lo que vemos hoy en día es sólo una parte, es decir, está incompleto. Originalmente el monumento contaba con una reja que lo rodeaba para protegerlo y un espacio interior decorado con plantas. En un momento de nuestra historia, la autoridad competente decidió eliminar dicha reja sin acierto. Y lo que es peor: Las cuatro palmeras que lo flanquean… la que está justo delante, impide que se vea si pasas por delante con cierta distancia.

La palmera no es el mejor entorno vegetal para acompañar un monumento vertical, porque tapa su visibilidad si giramos en torno a él… me parece una torpeza, la forma en la que están colocadas no es la acertada.

El jardín que decora los monumentos urbanos se debe entender como parte del mismo, no debe estorbarle, sino proporcionar una barrera natural de protección y añadirle valor, no restarlo. Mucho tenemos que aprender de otras ciudades, se me ocurren mil ejemplos…