De aquellas ordenanzas esta Feria...

11 de mayo 2025 - 03:07

Elpróximo sábado iniciaremos La Feria de Jerez con bastante murmullo a su alrededor por los cambios realizados, que han sido motivo de revuelo en el núcleo residencial de los hosteleros y, o caseteros afectados, lógicamente. Todo cambio genera alguna que otra tensión. En este sentido el Ayuntamiento ha mantenido en estos últimos días reuniones con los interesados y parece que habrá fumata blanca -mira por dónde-, todo sea por el bien de uno de nuestros grandes patrimonios y que nos afecta a todos. Pero recordemos una de las grandes virtudes de nuestra Feria del Caballo: La Feria de Jerez es de acceso libre a las casetas y está bien claro en la normativa que la regula.

Esta ordenanza bien la destacó en su época Pedro Pacheco. Decían que era la mejor Feria del mundo en comparación con otras a las que se le criticaba porque eran de acceso privado y si no eras socio de una caseta no podías entrar en ninguna. Pues vamos camino de… No vaya a ser que esa feria criticada por su carácter privado sea ahora más abierta que la nuestra. Me explico: con el asunto de los apartados o reservados para socios que tienen nuestras casetas no hay problema porque es justo y comprensible que tengan derecho en su reunión de amigos a tener un espacio y que puedan administrarlo como ellos consideren. Es lógico además porque tienen que asumir un coste que les debe permitir disfrutar la feria en su caseta.

Por otro lado, aquellos tiempos en los que nos podíamos permitir ciertas licencias se acabaronm por la normativa en materia de controles sanitarios, laborales, de seguridad en las instalaciones. Afortunadamente han evolucionado a mejor y me atrevería decir que a mucho mejor y esto eleva la seguridad y los costes. También eleva los costes de cesión -que en la ordenanza se convierte en una contradicción según se interprete-, el hecho de arrendar, alquilar o ceder en explotación la caseta, ‘el sitio’ a un tercero. En este caso a un tercero profesional hostelero que tiene que asumir los costes de esa cesión, montaje en determinados casos, personal, impuestos, contratación de artistas y todos aquellos costes inherentes a la industria hostelera.

Todo esto que aquí explicamos repercute en la cuenta de explotación del hostelero que, como es lógico, legítimo y justo debe afectar a los precios y marcar exigencias en la organización que le permita alcanzar los objetivos de facturación y rentabilidad. Y ahí es donde está el cuello del embudo, ahí surge la tensión que hace gestionar la caseta con una prioridad: optimizar el tiempo y el espacio vendiendo lo máximo posible asegurando el objetivo mediante la reserva de mesas para comidas, cenas y lo que venga. Esto que es, como decimos, lógico, sano y lícito por el que arriesga y trabaja: el hostelero, hace que la feria pierda uno de sus encantos como es el tapeo en la barra, las raciones, los encuentros de feria, visitar aquellas casetas donde hacen rico el menudo, la otra el gazpacho, aquella las costillas en salsa, los guisos…. o las Peñas en las que surge el flamenco más auténtico de la tierra y esas reuniones o fiestas improvisadas que ya escasean si no tienes mesa reservada incompatible con la improvisación de un día de Feria de Jerez.

Habría que hacérselo mirar y exigir que haya espacios libres porque con aquello del aforo agotado y mesas reservadas la feria pierde esa improvisación. Pierde el ‘age’ -ángel o chispa- y pierde el arte en peligro de extinción. Esta tendencia a la turistificación incontrolada de la feria de Jerez hace que la gente vaya a comer, cada día más, a los restaurantes y bares cercanos a la feria -que es bueno para la industria desde luego- y ya no tan cercanos, porque para comer es mejor hacerlo en un bar o restaurante más cómodo que en una caseta y a mejor precio. Además en muchas casetas no permiten ni tomarse algo en la barra alegando que está todo reservado y la barra se utiliza para atender a las mesas o el aforo está completo.

Es hora de actualizar y activar mecanismos de ayuda para minimizar costes que tienen que asumir los caseteros y hosteleros que ya no reciben casi ayudas ningunas por el montaje y explotación efímera de la feria, patrimonio de todos. De este modo se eliminaría en gran parte esa tensión donde el único objetivo es la facturación haciendo perder el espíritu de convivencia y espontaneidad que caracteriza a la Feria.

Sin arte y sin duende la Feria no es nada distinto, es un local más sin chispa. Incluso algunas firmas de reconocido prestigio han calculado coste-beneficio y decidieron no estar en la Feria este año de cambios pue han visto que su ausencia no afecta ni a la rentabilidad ni a la notoriedad de marca. Es decir, que la privatizamos del tirón o debemos continuar en la línea para que no se vulgarice la propuesta y mantengamos la diferenciación que la caracteriza para que siga siendo esa Feria de Jerez, La Feria del Caballo: La de más arte y mejor del mundo, y vaya usté condió.

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