Sanción ejemplar en tiempos convulsos
Los otros Piratas del jerez (I)
Que la burguesía inglesa influenció en Jerez es un hecho tangible, los británicos trajeron su buena educación, las patillas decimonónicas, los relojes y su puntualidad, el fútbol, la difusión del Polo y la nueva regulación de nuestros vinos según el gusto británico: “Sustituyendo a los mostos y vinos en claros de la época”, como afirma la tesis del historiador portuense Javier Maldonado Rosso.
Ya cuando vino George Gordon Byron, también conocido como señor Byron, apuntaba a maneras yendo a tiro hecho para probar nuestros generosos de la misma fuente. Pero lo que más pudiese impactar entre los vecinos fue las sensaciones de la estética del poeta por Jerez con sus pintas de pirata de ‘atrezzo’, donde se pudo comprender alguna influencia pseudoromántica en la zona.
Pero si a algo debe de dar las gracias el Jerez (o por lo menos el Jerez del siglo XVI), es a la piratería. Si no vean las innumerables referencias que entendidos, eruditos e investigadores del tres al cuarto nombran al ‘buenazo’ del señor Francis Drake. Un pirata apodado ‘el Dragón’ por los españoles, y no por las habladurías de estos ilustrados que confunden el ‘Dragón’ con un Currito Nuñez. Estos entendidos ven en Drake un romántico Jack Sparrow que transportó vino de Jerez a Inglaterra, pero omiten que realmente fue una figura sanguinaria y psicópata que violaba, saqueaba, desmembraba y empalaba cabeza a diestro y siniestro rompiendo muchas relaciones comerciales de España con la Corona Inglesa.
La piratería siempre ha formado parte de la historia del Reino Unido, y tal vez haya calado algo en la zona. La moda bucanera no llegó a la provincia de Cádiz en forma de disfraz a lo Lord Byron, como anteriormente hemos citado. Más bien se adoptaron muchas costumbres de la isla Tortuga. Y no me refiero a las costumbres del sanguinario pirata escupiendo baba por la boca y eructando gemidos de hiena. Este pirata es más a la picaresca cervantina, adaptado a la Península, esos que te dan la tapa de ‘huevas aliñás’ y pides una marca de Fino o Manzanilla y te dan el mayor de los ‘espirriaques’. Y es eso, ‘espirriaque’, porque en el Marco de Jerez no hay vinos malos, hay vinos excelentes, muy buenos, menos buenos y espirriaques.
Cuando has estado en un establecimiento, donde las tapas son apetecibles y optas por pedirte tu sangre con tomate, unas ‘papitas aliñás’ (y con ‘las calores’), te pides un Fino bien frío. Es entonces cuando el Henry Morgan del camarero se pone el parche en el ojo y te trae otro vino que no tiene nada que ver con el que has pedido. No te trae la botella ni te la sirve en mesa ¡No! Primero lo más habitual es traerte la copa ya echada desde la barra y ‘guala’… “trágate un vino de esos que le dan para que los presos canten”. Entonces es cuando te entra la mala leche, y ya esas ‘papitas aliñás’, la sangre con tomate, e incluso los puñeteros picos no te saben igual. (continuará)
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