La solución final

En 1942, la Conferencia de Wannsee estableció el punto de arranque de lo que los nazis llamaron “Solución final al problema judío”. Este programa, que culminó con la ejecución de millones de personas mediante procedimientos “industriales” en los campos de exterminio, partía de la eliminación de todos los derechos de los judíos. En cualquier momento se les podía detener, quitarles todo, separar familias y deportarlos.

En 2025, en Estados Unidos, Trump ha decretado la deportación de 11 millones de inmigrantes ‘sin papeles’, algunos con varias décadas de permanencia en el país. La purga ya ha empezado. Las calles de los barrios predominantemente latinos están vacías. No se atreven ni a ir a los centros comerciales ni a sus iglesias pues ahí es donde actúa preferentemente la policía de inmigración. Cuando les detienen les quitan hasta el móvil, les esposan al estilo americano (manos y pies) y con la cabeza sobre las rodillas y hasta permiso restringido para ir al baño, les sacan del país en un avión no muy diferente de los trenes de la muerte. Hasta 30.000 pueden ir a las cárceles de Guantánamo.

En 1938 los participantes en la Conferencia de Múnich -fundamentalmente el británico Chamberlain y el francés Daladier- le quitaron a Checoslovaquia (que no participó como país en la conferencia) la región de los Sudetes cediéndosela a Hitler. Lo justificaron en una garantía de paz, inútil como se vio al año siguiente. Hoy Trump habla de reclamar el Canal de Panamá, Groenlandia y hasta Canadá. Y no hay nada peor que un delirante con poder acompañado de corifeos que le impulsan, le aplauden y le financian. Porque Trump y USA tienen hoy el tremendo poder de, con un simple click, hundir la economía de un país. Véanse Colombia, Méjico, Canadá…

Esperemos que no vuelva a haber otra Conferencia de Múnich. Hay que pararlos ya.