Notas al margen
David Fernández
Del cinismo de Sánchez a la torpeza de Feijóo
ARRIBÓ a la cúpula de nuestro fútbol después de aquel dolor de muelas que fue la presidencia de José Luis Roca. Ángel María Villar Llona fue un jugador de esos que se dicen de club con largo recorrido en el Athletic y muchas internacionalidades gracias a Ladislao Kubala, su gran valedor. Compatibilizó San Mamés con Deusto, hizo Derecho y volvió al fútbol para vivir en la moqueta de por vida para la muy alta dirección.
Antes de arribar a la presidencia de la Federación Vizcaína hizo sus pinitos como sindicalista, pero abandonó pronto el calor de la AFE para arrimarse a la patronal. Y ahí lleva treinta años, en la patronal, pues la presidencia regional se le quedó pronto pequeña y su objetivo estaba claro, dirigir el fútbol patrio desde la desaparecida sede madrileña de calle Alberto Bosch. Eso ocurría en 1988 y un mediocre papel en la Eurocopa de Alemania le facilitó mucho las cosas.
Ordenó una revolución en el equipo nacional, defenestrando a Miguel Muñoz en beneficio de un desafortunado Luis Suárez, genial de corto y bastante incompetente con el chándal. Hasta el punto su incompetencia que le tocó el honor de ser el único seleccionador que no clasificó a España para un gran evento, léase aquella Eurocopa del 92 que ganó Dinamarca. Con Miera se ganó el oro olímpico ese año, pero ya revoloteaba sobre su cabeza la sombra de Javi Clemente.
El resto es tan reciente que no hay por qué refrescarlo, pero lo cierto es que salvó varias bolas de partido judiciales gracias a los buenísimos resultados de todas las selecciones. Ahora anda encastillado en un desencuentro con el Gobierno y con la Liga, pero eso es a nivel doméstico y parece muy poca cosa para el panorama que tiene por delante en el concierto internacional. Con Blatter y Platini fuera de juego, está en primera línea, pero más solo que la mismísima una.
También te puede interesar
Notas al margen
David Fernández
Del cinismo de Sánchez a la torpeza de Feijóo
Las dos orillas
José Joaquín León
Sumar tiene una gran culpa
Postdata
Rafael Padilla
Las verdades de Gates
Manual de disidencia
Ignacio Martínez
Moreno no sabe contar