Obituario

Carmen de Soto Díez

Consultora de Comunicación

Beatriz Pardo Domecq. Una señora de los pies a la cabeza

En nuestra infancia nos veíamos, en Jerez, prácticamente a diario, al igual que nuestros hermanos. Luego, la vida nos llevó por caminos diversos, viví dos años en Londres y tú bastantes más, pero no llegamos a coincidir. Fue tras más de medio siglo cuando retomamos contacto en Andalucía y en Madrid. Nos veíamos mucho y hacíamos planes casi a diario. Tu buen arte culinario hacía que en tu casa disfrutáramos no solo de un buen almuerzo, además de un rato de conversación en los que me dabas a conocer a cada uno de tus queridísimos hijos, y la situación de tus hermanos. Si algún día no iba a poder acudir a tu hora de comida, me decías que no me preocupara que tú me esperabas hasta que pudiera llegar. La mayoría de las veces comíamos mano a mano, pero otras, también convidabas a más personas. Solíamos ir a misa por la tarde. Me pediste que te acompañara al traumatólogo y vio que necesitabas prótesis en ambas caderas. Tus dolores se iban haciendo más intensos, pero tu andar era el de siempre, sin que se te notara nada.Supiste llevar una grave enfermedad con naturalidad y máxima discreción, nadie percibió la más mínima queja. Siempre ibas perfectamente arreglada, tu casa respiraba orden.

Me contó nuestra buena amiga Cristina Elío que sin conoceros entonces, coincidisteis en una ferretería, ella quería una besuguera, allí no sabían lo que era. Entraste en la conversación para decirle que tenías dos y que se las prestabas. Fueron a recogerla a tu casa que casualmente estaba a escaso metros de la suya.Cuando me hice cargo de la atención de mi madre, te ofreciste para que fuéramos a comer a tu casa y lo hicimos varias veces, o a venir a almorzar para estar con ella. Siempre tan generosa y pendiente de quienes necesitaran tu ayuda.

En estas últimas semanas, tuviste la grandeza de acompañarme a dejar el coche en el taller y traerme de vuelta, tardaron en arreglarlo y este mismo martes me llevaste para poder recogerlo. Hicimos planes para estos días de Semana Santa, me preguntaste por el horario de los Oficios, al igual que hiciste por el de la Misa del Domingo de Ramos. El mismo martes, recogí los horarios impresos para dártelos, te llamé el miércoles para decírtelo, sin saber que se te salió la prótesis de la cadera y te habías caído, habías tenido que ingresar, debido a los fuertes dolores, se necesitaba anestesia general para poder colocarla de nuevo. Quisiste volver a tu casa sin esperar a la intervención quirúrgica, allí estaba contigo el benjamín de la familia, tu hijo Beltrán, que vino a pasar la Semana Santa contigo, y un día me contaste la deliciosa lubina que le habías preparado.

Hoy, Sábado Santo, cuando por la noche se celebran los oficios de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, sin que nadie lo esperara, te nos fuiste a la Vida eterna. Queridísima Beatriz, tu resurrección con el Resucitado no es pura casualidad, sino más bien providencia. Nuestro buen Dios te dará el premio a todos tus actos de generosidad, a tu lucha que pocos conocían, y a tu gran bondad. Tu ejemplo nos servirá y jamás se nos olvidará. Descansa ya para siempre, en la paz de Dios.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios