En la izquierda están tan nerviosos que empiezan a pisarse sus mangueras de bomberos pirómanos. Cualquier día se les derrama el tanque de gasolina y se monta un pifostio. Aunque cabe que yo esté muy equivocado.

Es posible que las cartas con balas de cetme a una dirección extraña las mandase un desequilibrado. Es posible que pasase los controles de Correos. Es posible que pasase los controles del Ministerio. Ojalá se investigue y se averigüe la verdad de este suceso, porque puede ser más serio que la acción de un personaje atiborrado de series, aunque aquí, quien más quien menos, todo el mundo está atiborrado de series. Pero lo que es imposible es que el ataque mitinero y casi montonero al PP en el preámbulo de la Ley Orgánica 5/2021, que despenaliza a los piquetes violentos (¡ojo!), lo colase un descontrolado en el Boletín Oficial del Estado. Eso ha tenido que pasar los controles de los funcionarios de la casa, de los redactores de la ley y hasta de la ministra Calvo. Y los ha pasado.

La gravedad bananera del hecho (usar el BOE y abusar de la firma del Rey) salta a la vista, y nos la están explicando mucho y bien. De lo que no se habla tanto es de la intención. Que sólo era montar ruido y follón. Si se piensa, no puede ser otra. Por lo burdo de la maniobra y porque un preámbulo no tiene ningún valor jurídico. El PP se escandaliza ahora con esto porque le mienta a él, pero mucho peores ofensas han sido la ley de violencia de género, que discrimina a la mitad de los españoles, o la ley de memoria histórica, que nos dice qué pensar a todos; y que sí tenían valor normativo.

Lo que está sucediendo ahora es que todos han asumido la tesis de Christian Salmon (Marsella, 1951) expuesta en el libro La era del enfrentamiento. Según el ensayista francés, hemos dejado atrás los tiempos obámicos del storytelling y, en estos momentos de Twitter y del déficit de atención, las elecciones las gana quien hace más ruido. Con lo del BOE, el Gobierno quería montar una gran explosión mediática, una escandalera, una gresca monumental; pero (hete aquí mi hipótesis de las mangueras) Pablo Iglesias, aprovechando la ocasión de la munición del cetme y yéndose del debate estruendosamente, ha dejado lo del BOE desnudo en lo que es: un paso de gigante en la degradación de nuestro Estado de Derecho. Sin más. Por fortuna ya inservible como herramienta electoral, que fue para lo que se perpetró.

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