Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
UN desperdicio inmobiliario. Así calificó Pedro Pacheco a la plaza de toros hace años. Aún no había explotado la burbuja inmobiliaria y la especulación estaba plenamente vigente. El canto del cisne de esta locura constructiva se cebó con la arquitectura bodeguera, en creciente desuso, y dejó desprotegidos los bordes del casco histórico, ambiguas áreas urbanas colindantes con los nuevos barrios del siglo XX. Pensemos en casos como los bloques junto a la ermita de la Alcubilla, junto a la muralla en Muro y Ronda del Caracol o los del entorno de la propia plaza de toros.
A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX con la instalación de la plaza en aquel lugar se fue creando una configuración urbanística donde las bodegas tendrán un papel crucial. Igual de decisiva parece que fue la intervención del arquitecto municipal José Esteve, que levantaría toda la estructura exterior del coso taurino y parte de las bodegas que conforman la calle Circo. Su legado en este trozo de ciudad es toda una lección de arquitectura decimonónica a través de sus elegantes fachadas, que exponen la evolución desde el más puro neoclasicismo al más libre eclecticismo. De Esteve es la bella bodega situada en la prolongación de la calle Conocedores o la que justo enfrente ha sido casi por completo derribada en espera de tiempos mejores. Al lado, un moderno edificio bautizado con el nombre de Picasso, este sí "felizmente" materializado, sobrepasa con creces la altura de las construcciones colindantes. Con la forma de un transatlántico muestra la misma agresividad estética que el pintor malagueño. Está fuera de contexto y destroza la visión de todo el conjunto. Ante él, sólo nos queda soñar en que esta brutal crisis sirva para replantearnos actuaciones tan deplorables como esta… soñar es gratis.
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