Tribuna libre

Juan Antonio Maldonado Gordon

Boicot a las Jornadas Mundiales de la Juventud-JMJ

COMO no podía ser de otra forma, este Gobierno inoperante, anticipadamente en funciones, ya está en tiempo y forma, estratégicamente programado, aflorando el boicot a las Jornadas Mundiales de la Juventud – JMJ, en Madrid. Al hablar del Gobierno incluyo a Rubalcaba pues aunque personalmente ya no figure como uno de sus miembros, en realidad es el auténtico presidente (sus asesores como candidato son algunos de los actuales ministros), ya que a Zapatero, tanto su propio partido como la gran mayoría de los de la oposición, lo dan como amortizado; -solo le apoyan algunos partidos y los sindicatos que tienen como socios, y que son los que aún siguen, más o menos disimuladamente, sangrando a España tanto en lo económico como en lo moral y político. Del bloque Gobierno y sindicatos socios, unos se oponen a la presencia personal de Su Santidad El Papa y otros a las JMJ, con lo cual la acumulación de argumentos negativos, desde sus puntos de vista, son mucho más vendibles, pues así suman los conceptos de carácter religioso, ideológico, personal, económico y político.

Estas criticas y oposición, tal y como se ha desarrollado el periodo gubernamental de Zapatero, eran totalmente previsibles pues, por muy mala memoria que se tenga, es fácil recordar los enfrentamientos que distintos miembros del Gobierno han tenido directamente con la Santa Sede, y muy especialmente con la Conferencia Episcopal de España, tanto en lo que respecta a la interpretación de los acuerdos existentes entre el Estado Español y el Estado del Vaticano, como por los asesoramientos doctrinales de la Conferencia Episcopal Española sobre los proyectos o leyes del Gobierno con contenido moral y ético. Teniendo en cuenta la máxima importancia que estos dos aspectos tienen para la conciencia de todos, y muy especialmente para los católicos, hay muchas personas que se dirigen a la Conferencia Episcopal en demanda de su opinión, lo cual no supone una crítica a la Conferencia Episcopal, que necesita un tiempo para analizar exhaustivamente la letra y espíritu de cada caso, y sí por el contrario refleja la necesidad, de la sociedad, en conocer sus dictámenes y consejos.

Como ya ha quedado dicho, nada de esto es de extrañar, pero sí es llamativo, por su inoportunidad, que el tema más relevante escogido por los sindicatos para su boicot,  sea el económico, al basar sus argumentos en los enormes gastos que estas Jornadas suponen para el Estado, resaltando muy expresivamente, que es una injusticia por ser el peor momento para España, ya que imposibilita que esos fondos se empleen en las personas más necesitadas. Con ese argumento pleno de demagogia, retórica y falsedades para confundir, pretenden hacer ver, por un lado, que la Iglesia es impermeable ante las necesidades más extremas de la sociedad y, por otro, desviar su responsabilidad y la del Gobierno ante la situación agónica de muchísimos españoles desamparados, pretendiendo al mismo tiempo con ello, minimizar el prestigio de la labor de Cáritas y de otras instituciones y congregaciones religiosas dependientes de la Iglesia Católica que, en absoluta realidad, son las que están manteniendo, precisamente a los totalmente desamparados y que según las estadísticas  ascienden, en estos momentos, a un millón ochocientas mil personas. Esta oposición es incompresible y desde todo punto de vista desafortunada. 

Yo me pregunto: ¿Son los sindicatos los más acreditados para recurrir a este tipo de crítica, basada en financiar el alto costo que supone a los Fondos Públicos del Estado a un evento, para unos pocos, en lugar de destinarlo a los españoles más necesitados? Pues NO. En primer lugar: porque entre el 75 y el 80% de los españoles están registrados como católicos; que sean practicantes o no es otra cosa, pero eso no quita que tanto unos como otros, en razón al derecho de su libertad, quieran ver a Su Santidad y oír en directo sus homilías. También hay que tener en cuenta que hay muchos españoles y extranjeros (residiendo y contribuyendo en España) que pertenecen a otras congregaciones religiosas, pero que quieren oírlo y verlo, como está demostrado en sus muchos viajes a países laicos o con otras religiones e incluso con religión oficial del Estado. En segundo lugar: porque es MENTIRA. La organización de las JMJ ha publicado y manifestado, por activa y pasiva, en los diferentes medios de comunicación, que al Estado Español no le cuesta ni un euro, ya que todos, absolutamente todos los gastos están financiados de la siguiente forma: dos tercios por los peregrinos con sus matrículas, suscripciones y cesiones de medios, amén del trabajo de treinta mil voluntarios gratuitos, y el tercio restante con la venta de vestimentas, regalos y recuerdos; por donaciones en metálico de particulares y de empresas nacionales y extranjeros; por el alojamiento y la manutención gratuita ofrecida en sus casas y restaurantes de muchísimas buenas personas y por cesiones voluntarias de todo tipo. ¿Por qué mienten? Si hubieran dicho que solo le va a costar a las distintas Administraciones los gastos de la seguridad, habrían acertado y quedado mejor. Pero da la casualidad que esos gastos son los habituales cuando viene algún jefe de Estado aunque no corresponda a visita oficial pero sí con misión especial, como ocurre en este caso ya que las JMJ son de ámbito mundial y las preside Su Santidad, que a su vez es líder mundial de mil cien millones solo de católicos, pero que también lidera personalmente a otros muchos que no profesan el catolicismo.     

 En tercer lugar: No por mentir directamente pero sí por falsear la verdad ocultando la parte beneficiosa que produce para España estas JMJ, y muy importantemente para la ciudad de Madrid, su entorno y en definitiva para la comunidad madrileña. Comprendo que les resulte duro reconocer que esta comunidad y algunos de sus municipios, gracias al Pontífice y las JMJ, disfruten durante unos días de respiro espiritual, optimismo y con ilusión al ver como se contratan puestos de trabajo (temporales pero que quitarán bastantes penas), como se benefician varios sectores de producción, comerciales, culturales y de ocio, como así lo han declarado las asociaciones que los representan al mismo tiempo de expresar el deseo idealizado de que estas Jornadas deberían de durar por lo menos el doble de tiempo. El que les resulte duro no es razón para ocultar la verdad y menos aún para no sumarse a la suerte de todos los beneficiados.

Está claro que España tiene que aprovechar la malísima situación económica para cambiar, en profundidad, la verdadera crisis que se ha adueñado de nosotros y que no es otra que la pérdida de los valores y derechos fundamentales de los seres humanos (desde su concepción), sin los cuales es imposible la convivencia, ya que terminaríamos en la falsa e irracional teoría de que los ciudadanos tienen que estar al servicio de unos pocos que llegan al poder. Por eso el desafío más importante es la cultura.

Que Dios nos bendiga a todos y que las Jornadas Mundiales de la Juventud sean un éxito y no otro fracaso más de nuestra patria.

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