Punto de vista

José Ramón del Río

jdel35@hotmail.com

Cádiz, ciudad culta

Va a ser verdad, aunque deprimente, el dicho de "hueles a viejo"

Son ocho las provincias andaluzas y cada una con sus características propias y definitorias. Puestos a establecer una clasificación, esta dependerá en gran medida de los datos que se tienen en cuenta. Los más frecuentes son la población -o sea, el número de habitantes-, la renta per cápita y algunos más. Probablemente para no lesionar intereses locales no se suele destacar la cultura de la población. Creo que Cádiz ocuparía el primer lugar, sin que esto sea desconsiderar a otras ciudades como Sevilla o Granada. Esta clasificación no aparece en ningún lugar, pero para mí es válida y para que vean que no estoy desacertado, traigo a colación la noticia de la publicación de un libro más escrito por un gaditano, Ignacio Ollero García Agulló, titulado Cuando dejamos de ser jóvenes. Según se reseña en la portada de su libro, nació el 7 de enero de 1982 por lo que, en puridad, no ha dejado de ser joven, aunque ya haya cumplido los 40 años.

Creo que no conozco a sus padres, pero sí a muchos de su familia. De los Ollero, sobre todo a Juan Antonio, que fue mi jefe cuando al ganar las oposiciones vine destinado a Cádiz a la Abogacía del Estado, con el que conservé mientras vivía una actitud de veneración. En cuanto a los García Agulló, baste con decir que también son familia mía, porque mi abuela era pariente de los García Agulló.

El libro escrito y titulado Cuando dejamos de ser jóvenes tiene el mérito indudable de no lamentarse de esa circunstancia, que a muchos entristece, y cuenta con la mejor pluma, pero no quiero contar más cosas del libro, que está plagado de anécdotas simpáticas, entre ellas sus visitas reiteradas a prisión.

Hoy no es misterio cuándo dejamos de ser jóvenes. A partir del análisis de las proteínas en sangre, con rara unanimidad, los científicos han determinado que a los 34 años una persona deja de ser joven, para experimentar los primeros indicios de su envejecimiento. Añaden que a partir de los 30 años se empieza a emanar, de modo gradual, un olor particular, que se intensifica a partir de los 60. Va a ser verdad, aunque deprimente, el dicho de "hueles a viejo". Ignacio Ollero en esta que es su primera novela declara que desde que publicó su primera novela valora más el esfuerzo que hay tras cada libro que lee. Esperamos con impaciencia su segunda novela.

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