Como muchos de ustedes saben, soy maestro escuela por vocación. Y a pesar del estado de alarma, y de haber estado alejado varios meses de la escuela y de mis alumnos, les he seguido enseñando.

Y lo he hecho a través de pequeños vídeos que cada semana fuí subiendo a mi propio canal de YouTube, con la única pretensión de que mis pupilos movieran sus esqueletos y que de vez en cuando se acordarán de su profesor de Psicomotricidad.

Con la perspectiva que da el tiempo, pudiera parecer fácil y cómodo lo que hice, pero créanme que no lo fue por varios motivos. El primero, me da pavor ponerme delante de una cámara; lo mío siempre fue la radio y juntar palabras al caer la noche.

Segundo, porque no sabía si esa forma de enseñar podría gustar, molestar o pasar desapercibida.

Y tercero, porque mi zona de confort era tan grande que me acostumbré a vivir en ella sin ni siquiera molestarme en abrir las ventanas.

Pero con el confinamiento algo tenía que hacer. No me podía quedar de brazos cruzados y esperar a que otros me hicieran el trabajo para limitarme a copiarlo y pegarlo. Y así fue como en menos de veinticuatro horas cambié el chip. Empecé a empaquetar mis miedos, conocí al Sheriff #yomequedoencasa y visualicé mi trabajo, haciendo público lo que hago en mis clases de una forma clara y sencilla.

Lo he hecho lo mejor que he podido.

Y permítanme que desde aquí les de las gracias a mi directora de Primaria por apoyarme en esta aventura; eres muy grande Maca. A los padres de mis niños; es un lujo teneros cerca.

Y a mis pequeños campeones. He echado de menos vuestros gritos, vuestras sonrisas y vuestra vitalidad, pero fijaros bien: al final, ese virus con corona no ha podido con nosotros. Feliz verano.

#yomequedoencasa #todovaasalirbien

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