Confabulario
Manuel Gregorio González
Valéry , 1918
La esquina
El estallido social registrado en Cuba ha sido sofocado a base de represión, pero esta vez el presidente Díaz-Canel ha admitido que, junto a los elemento contrarrevolucionarios y delincuentes instigados y pagados por Estados Unidos, participaron jóvenes y sectores empobrecidos cuyas demandas legítimas no ha logrado satisfacer la Revolución. El manual justificativo ha quedado matizado por un golpe de realidad. Algo es algo.
En España se ha reproducido, cómo no, la vieja división que el régimen cubano provoca en la política nacional. Aunque la derecha aprieta para que llegue más lejos, Pedro Sánchez se ha limitado a decir: "Es evidente que Cuba no es una democracia". No creo que deba ir más allá, teniendo en cuenta que es el presidente del Gobierno de España, y que hay muchos intereses económicos españoles en Cuba, aparte de una estrecha relación de afectos y vivencias compartidas entre los dos pueblos. Se llama diplomacia. La practicaron Aznar y Rajoy. Es la razón por la que recibimos y negociamos con líderes de la dictadura actual más poderosa (China). Por lo demás, la política de sanciones, bloqueos o embargos, es completamente negativa, como entendió Willy Brandt hace décadas: empeora la vida de los oprimidos y consolida a los autócratas, que endosan a sus enemigos externos las culpas por la ruina que ellos causan a sus pueblos. El imperialismo es muy útil.
El problema del Gobierno Sánchez es otro. El problema es que sus socios (Podemos) se niegan a considerar a Cuba una dictadura y que sus aliados más estables (ERC) niegan que España sea una democracia. Para los primeros, el régimen cubano sería una dictadura buena, apoyada por el pueblo, una democracia popular, más auténtica que la democracia burguesa del capitalismo. Franco también presumía de su autocracia como una "democracia orgánica".
La democracia ya está inventada y no tiene apellidos. Existe en un país cuando los ciudadanos votan libremente, conservan y ejercen la libertad de asociación, reunión y manifestación, pueden leer, escuchar y ver medios informativos sin censura, no hay un solo partido que lo controla todo, no se cuestiona la separación de poderes... Como resumió Karl Popper, la libertad es más importante que la igualdad y cuando por conseguir la igualdad se acaba con la libertad, tampoco resultan iguales los no libres. Y normalmente la cúpula autocrática vive mucho mejor que el pueblo desposeído de libertad.
¡Claro que Cuba es una dictadura!
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