Francisco Bejarano

Imaginación política

HABLANDO EN EL DESIERTO

01 de diciembre 2010 - 01:00

SI el esfuerzo y la imaginación derrochados en darle ideología a lo que no la tiene se sublimaran para dedicarlos a fines más altos, Europa sería el emporio de cultura que siempre fue, donde se fijaron los modelos de las artes y las letras, las ideas y la ciencia y, en suma, el pensamiento ordenado universal. Desde que los europeos se dividieron en izquierdas y derechas, hace dos siglos largos, las ideas, complejísimas siempre, se simplificaron para dar principio a nuestro declive. Por circunstancias históricas, en España se ha llegado a los extremos actuales para asombro de las personas inteligentes y sensatas. La especie humana se divide en dos: el hombre, de derechas, y la mujer, de izquierdas. El gravísimo error moderno no es este, sino la consecuencia de otro error mucho mayor: la derecha es un mal y la izquierda, un bien. Las conclusiones que se sacan de grandes errores no pueden consistir sino en otros grandes yerros.

Hemos salido de las jornadas sobre ecofeminismo con un trastoque, para exponernos enseguida a nuevos riesgos mentales en un congreso, el primero, para estudiar la violencia contra las mujeres, inaugurado por el presidente andaluz, miembro de un partido con mise en scène y decorado de izquierdas. No nos hemos repuesto del sobresalto del ecologismo feminista, cuando nos alarman con el 'neomachismo reaccionario', aporte para las nieblas expresivas que el político ha querido glosar: "El neomachismo es una forma de pensamiento reaccionario, que teme la igualdad, la desprecia, y que desprestigia la independencia alcanzada por las mujeres." Difícilmente se tema y desprecie lo que no existe ni puede existir; en cuanto a la independencia de los sexos, el buen sentido dirá. El feminismo es otro maquillaje de la izquierda aparente.

Lo que no hemos podido dejar de sentir es que se meta en el saco de los neomachismos la misoginia. También ha necesitado glosa: "La misoginia se actualiza constantemente, a veces es brutal en su expresión, pero en muchas ocasiones se esconde detrás de causas que aparentemente son respetables." Quienes se esconden detrás de causas aparentemente respetables son los que dan estos discursos. La izquierda es conversa al feminismo, de ahí su política reaccionaria a favor de las mujeres y en contra de los maridos, ejemplo de intolerancia y fanatismo. En la II República se opuso al voto femenino por temor y desprecio al criterio de las mujeres. Ahora que votan, las adula para engañarlas. La misoginia no es antifemenina, sino preferir a las mujeres en la cama antes que en las tertulias, en la intimidad amorosa y no en las complicidades de la amistad. Es tan antigua como el hombre y llega hasta hoy. Esperemos que, después de prohibirnos el tabaco en los bares, no nos obliguen a tener una cuota de mujeres en la mesa. La intromisión política en las vidas íntimas no ha sido ni será nunca un progreso.

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