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Obituario
Jerez/Querido amigo, te has ido irremediablemente pronto, con todas las cosas que quedaban por gestionar (que no terminar, pues tu trabajo ha dado y dará para sesiones interminables de reflexión, catalogación y, sobre todo, de admiración).
Tu generoso empeño, tu entusiasmo contagioso y tu vitalidad militante nos han abrumado desde siempre por su desbordante creatividad y producción infinita, nos animaban a seguir tu trayectoria y nos hacían pensar que eras inalcanzable. En tu caso, lo de la "pirámide del artista" es una evidente obviedad.
Estarás eternamente presente en nuestra vida cotidiana como ejemplo de profesionalidad, empatía y alegre desparpajo. Tu cercanía y maestría no dejaban valorar en su totalidad la verdadera dimensión de tus significativos proyectos y arrolladores emprendimientos.
Por propia iniciativa y a petición tuya he escrito muchos artículos y participado en numerosas presentaciones y te he calificado de mil maneras debido a tu polifacética e infatigable identidad multidisciplinar.
Me llamabas "mi Director" y tu aprecio hacia mí me ha llenado siempre de orgullo. Hemos coincidido profesionalmente en muchos foros (desde ponencias de "Selectividad" o cargos como las direcciones en Escuelas de Arte de tu defendida Bahía de Cádiz, hasta el haber tenido la suerte de tener como profesor a nuestro añorado don Miguel Pérez Aguilera, exposiciones en común, retos profesionales y aventuras plásticas infinitas), me has retratado en diversas ocasiones y me has regalado una serie de obras fantásticas. Ir a tu estudio gaditano constituía un acontecimiento y recorrerlo contigo una extraordinaria y emotiva experiencia plástica.
Estos días todavía se expone en la Biblioteca Central de Jerez el retrato que me has hecho como uno de los Directores del Centenario de la Escuela de Arte de la ciudad. Mientras escribo estas palabras, hablo con un consternado Bernardo Collado, que me relata tu fabulosa y dinámica intervención en la inauguración de esa exposición.
Aludiendo a tu edad, nos decías en tus recientes intervenciones públicas que no te quedaba mucho tiempo de plenitud creativa, pero no podíamos imaginarnos nunca que sería una aplastante realidad con tan nefasto e inmediato final al verte con tanta vitalidad y entusiasmo.
Me asaltan sentimientos indescriptibles al recordar tu retórica indescifrable y, sin embargo, cercana. No tengo palabras para describir tu aportación plástica, tus constantes investigaciones técnicas y tus logros en todos los campos.
Ahora nos queda la tarea de seguir glosando tu extraordinaria obra e insistir en finalizar los procesos iniciados por las distintas entidades para reconocer tu legado.
El afianzamiento de la meteórica dimensión de tu Fundación, tu añorado futuro Museo, tus reconocimientos por las diferentes Academias a las que pertenecías, tus nombramientos por las distintas ciudades a las que has estado vinculado como Hijo Predilecto y todos los honores que tan merecidamente te corresponden no pueden ralentizarse y merecían que hubieses podido disfrutarlos presencialmente, aunque es bien cierto que los procesos los has vivido intensamente.
Hasta siempre, eterno Luis Gonzalo.
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