Jerez Íntimo

Marco A. Velo

Jerez y la (des)igualdad de la Agenda 2021

16 de noviembre 2020 - 05:00

Permítanme una reflexión con coletilla de título de libro de Jaume Soler: sin ánimo de ofender. Nada más lejos de mi pretensión que molestar a nadie: menos aún a gente amiga que, como Charlton Heston encarnando a Ben-Hur en la mítica escena cinematográfica de las galeras -al son de la boga de combate-, rema como mejor sabe -a veces al límite de las fuerzas- en este inédito desconcierto de oleajes tan pringosos de pandemia e incertidumbre. No trato de entrar a saco con el propósito de encender mecha entre los partidarios de Joselito el Gallo o Juan Belmonte, tecnócratas o laboristas y Quevedo o Lope de Vega. Tan sólo alzo la mano del turno de palabra.

Soy partidario de reivindicar a toda costa la memoria de personalidades jerezanas -ellos y ellas, ellas y ellos- engullidas a capricho por el agujero negro de la amnesia colectiva o bien borradas de un plumazo por el innato cainismo jerezano que sesga de raíz el florecimiento -o el mantenimiento del tributo- de las criaturas más talentosas y talentudas de la ciudad. Viene esta perorata a colación porque quiero elogiar una iniciativa del Ayuntamiento que sin embargo, a mi modesto entender, sí debe cargársele una mínima observación de entrada. No tomen este rábano por la hoja del histrionismo ni de la malinterpretación. Sino mejor encárenla por la arista contraria: la del aliado que ofrece empero alguna matización. Valga decir: aplaudo la ‘Agenda 2021 Tributo a las Nuestras’. Una mujer es el ser más prodigioso que creara el Altísimo. Todos somos 9 meses un ‘te quiero, a la ea, ea, ea’ en el vientre de una mujer. Sobran, por tanto, los posicionamientos…

Es aplaudible que se reivindique el valor y la virtud -el quehacer sobresaliente- de una mujer natal de Jerez. De una mujer, de varias mujeres. Y que incluso obremos en favor de aquellas cuyas existencias y trayectorias hoy son pasto arrasado por el olvido o por el involuntario desconocimiento de la totalidad de nuestros conciudadanos. Pero reivindiquémoslas por cuanto valieron per se. Por su labor, por mujer y por jerezana. Y no por mor de una etiqueta aquí metida con calzador: la desigualdad. ¿Verdaderamente resulta necesario reivindicar a Lola Flores y a la Paquera en razón a la desigualdad? ¿No igualaron ellas dos el tronío ‘inclusivo’ del arte -ya para la eternidad de todo gozo colectivo- con sus cantes y sus bailes? ¿No ha mantenido la sociedad jerezana -tanto hombres como mujeres- la nombradía de ambas figuras universales?

Sí, un largo olé para el Ayuntamiento por enseñar, por reflotar, por aflorar al conocimiento local aquellas mujeres que, por la atonía de la trasmisión generacional, asimismo son merecedoras de su recuerdo: Margarita López de Morla, María Luisa Cobos, María de Xerez, María Luisa Peiggener o, cómo no, Miriam Tamayo… Todas ellas heroínas en cualquier caso de la mismidad, de la identidad. A veces masajear con vaselina la tersura de una dignísima iniciativa no logra sino mezclar la harina y la mohína. Las acciones -todas necesarias- reivindicativas de la desigualdad -que es igualmente aplicable para ambos géneros- deberían al menos mostrar una voluntad de reciprocidades. Propongo que para el próximo año esta agenda esté protagonizada por jerezanos que “hayan hecho mucho por la mujer”. O por jerezanas que “hayan hecho mucho por el hombre”. U otros maridajes semejantes. Activemos la imaginación. Apostemos por la igualdad con las dos partes incluidas, omnipresentes. Rubén Darío, en su necrológica dedicada a Miguel Sawa, escribió que “las pupilas quedaron abrasadas por su afán de mirar fijamente lo infinito”. Si alguna iniciativa no permite la igualdad, siempre será la del descarte (en masculino o femenino plural). Lola Flores no necesita la desigualdad para su universalización. Ya lo adelantó ella misma cuando, orgullosa, cantaba aquello de: “Pemán ha dicho de mí:/ torbellino de colores/ no hay en el mundo una flor/ que se mueva mejor/ que se mueve Lola Flores”.

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