Jerez íntimo

Marco Antonio Velo

marcoantoniovelo@gmail.com

Jerez, madres y hermandades contra el cáncer

Pie de foto: Los voluntarios de las Cinco Llagas Alejandro Pérez, Pilar Martín, Pepi Guerra y la mayordoma de la Hermandad Carmen Ruiz-Henestrosa.

Pie de foto: Los voluntarios de las Cinco Llagas Alejandro Pérez, Pilar Martín, Pepi Guerra y la mayordoma de la Hermandad Carmen Ruiz-Henestrosa.

Alfa: Junto a una madre jamás suenan los clarines del miedo. Ni los gritos interiores en los varaderos de la soledad. Ni los violines de las pesadillas sobre los mofletes infantiles. Ni sufre de desesperación tu instinto de supervivencia. Ni el magma de los temores primeros se revestirán de fantasmas. Ni tu deriva se perderá en un laberinto sin salida. Ni la negrura dará paso a otra subsiguiente negrura. Ni te enfrentarás a solas a los terrores -irracionales- de cada noche sin horas. Ni la tristeza quedará arribada -silente- en tu fuero interno. Ni la inseguridad avanzará sobre el alambre de aquel equilibrismo que te atenaza cuando la vida -tan sucedánea a veces- golpea con su puño de acero. Junto a una madre la afonía se torna encanto poético, luz con sabor a canela, flor de alquimia, porque te protege el ser que se parece más a ti que el mismo tú. Junto a una madre todo se torna acompañamiento de certezas, briznas de candela, iris de complicidad, entendimiento previo al verbo: sangre de vientre que se abre como un alba de amor en perpetuidad.

Junto a una madre la nada es anatema y el todo es omnipresencia. Junto a una madre la penumbra no existe ni las madrugadas se condensan largas, como una serpiente que huye en el zigzagueo de la conciencia. Junto a una madre la aspereza se transforma en tersas manos de biberones. Junto a una madre la raíz de tus sentimientos -aquellos que a menudo brotan a borbotones- regresan al útero de quien verdaderamente eres. Junto a una madre las sonrisas acentúan el efecto multiplicador de unos mismos labios, los de ella, autora de tus días, por cuya comisura sólo brotan cantos de nanas para el niño que aún llevamos dentro. Junto a una madre la comprensión se agiganta, la riña se achica y los te quiero se repiten como un rosario de besos fuertes en los llantos de la vida.

Acabamos de celebrar el Día de la Madre. Ellas que tanto saben de noches desveladas, de primeros dientes, de médicos cada dos por tres, de consejos más sabios que los siete de Grecia. Hay quienes -desagradecidos- las abandonan en vida, quienes -ya creciditos e independizados- apenas las visitan, quienes transcurren semanas out porque -es un poner- toca ir al campo o a un fasto de tacones altos. Ayer celebramos el Día de la Madre, que no entraña ni por asomo el día de una persona especial -esta denominación se queda corta y peca por defecto-. Como escribió Juan Carlos Aragón -que fue galgo corredor, que fue un filósofo antisistema- para una de sus comparsas más redondas –‘Los mafiosos’-: “Por más que se pueda perder/ y más que se pueda ganar,/ a donde se ponga una madre/ que quiten el bien/ y que quiten el mal”. Por esta razón yo ayer no quité el bien de la vida y sí quité el mal de la muerte y estuve de nuevo con mi madre enviando muchos besos al cielo.

Beta: Las Hermandades, a través de la delegación de Caridad de la Unión de Hermandades, han vuelto a dar ejemplo de generosidad, alto sentido colaboracionista y entrega en pro de causas solidarias. Este pasado jueves 4 del corriente mes de mayo 16 hermandades se han implicado de lleno en la cuestión popular que promueve la Asociación Española contra el Cáncer. Con el nítido objetivo de la búsqueda de fondos en pro de la investigación. Cada Hermandad posee personas muy sensibilizadas en este sentido. Simbolizo mi agradecimiento -general- en la cofrade María Ruiz-Henestrosa, por haber impulsado y promovido en la Hermandad de las Cinco Llagas esta colaboración que tanto bien concede a la causa. Las fotos en redes sociales de los cofrades de las 16 Hermandades tras las mesas revestidas de verde esperanza en los turnos de mañana y tarde son dignas de aplauso. Nunca han sido horas muertas sino horas muy vivas. ¡Enhorabuena!

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