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Joaquín Rábago

Periodista

Lágrimas de cocodrilo

Contribuyen entre todos a crear el monstruo y, cuando las cosas parecen no tener ya remedio, derraman hipócritas lágrimas de cocodrilo.

Es algo que sucedió ya con el republicano Donald Trump en EEUU y vemos que ocurre ahora en Francia con el candidato de la ultraderecha a la presidencia de ese país Eric Zemmour.

Si hablo en ambos casos de “monstruos” es por las cosas monstruosas que, para fruición de unos medios siempre ansiosos de polémica y escándalo, ambos políticos han dicho en sus campañas electorales.

Ahora, algunos en Francia se rasgan las vestiduras al ver cómo la extrema derecha apoya a Zemmour, el “turiferario del mariscal Pétain”, como le llama el semanario “L´Obs” por sus intentos de blanquear al jefe del Estado del régimen de Vichy. Dicen que ese polemista judío de origen argelino ha “traspasado una línea roja” por el hecho de que en su campaña participen radicales de ultraderecha. ¡Como si él mismo no lo fuera!

Citan, entre ellos, a Roland Hélie, que militó en el Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen y fue durante algún tiempo uno de los mandos del neofascista Partido de las Fuerzas Nuevas, quien ocupó un lugar especial en la tribuna del lanzamiento del comité de apoyo a Zemmour.

Hélie es al parecer un personaje próximo a conocidos antisemitas galos como Jérôme Bourbon, dirigente de la revista “Rivarol” o Yvan Benedetti, presidente del grupúsculo pétainista “Les Nationalistes”.

Zemmour cuenta también con el apoyo de un movimiento juvenil conocido como “Generación Z”, a una de cuyas reuniones acudió un tal Jérémie Piano, portavoz del grupo “Generación identitaria”, condenado en su día a dos meses de privación de libertad condicional y una multa de 3.000 euros por incitación al odio racial.En esto último es especialista el propio Zemmour, que alerta en sus libros, sus artículos y sus incendiarios discursos del peligro de una inmigración musulmana que amenaza con acabar con el auténtico y supuestamente homogéneo pueblo francés.En la creación del personaje político Zemmour han tenido mucho que ver, como hoy reconocen también algunos medios, los continuos sondeos de opinión.Los institutos demoscópicos se defienden argumentando que hay otros indicadores que demuestran la popularidad del candidato ultra: el éxito de sus libros más polémicos como el titulado “Francia no ha dicho aún su última palabra” o sus continuas apariciones en la pequeña pantalla.

Zemmour parece haberles cogido gusto a los sondeos y repite una y otra vez que una inmensa mayoría de sus compatriotas - un 70 por ciento, según él- están de acuerdo con su discurso, que sólo cabe calificar de “racista” y “xenófobo”. Sostiene, por ejemplo, que hay que poder elegir a los inmigrantes en lugar de tener que “soportar” a todos los que llegan o se queja de que el Estado se preocupe a más de los de fuera que de sus propios ciudadanos. Quejas que uno escucha, por ejemplo, también aquí de labios de la gente de Vox.

Zemmour no habría llegado hasta donde ha llegado sin el valiosísimo concurso de ciertos medios de comunicación, sobre todo los que son propiedad del multimillonario Vincent Bolloré, como el canal CNews, una especie de “Fox News” francesa, que fue su auténtico trampolín.

Al imperio de Bolloré, que tiene importantes negocios de logística en África, pertenecen además del Canal+, Universal (Film y música), Gameloft (videojuegos), Havas (Comunicación), Editis (número dos del mundo editorial francés), así como las revistas “Capital”, “Geo”, “Gala” y “Femme Actuel”. Con el 27 por ciento de las acciones, domina de hecho el grupo Vivendi.

Será en cualquier caso muy difícil, por no decir imposible, que, pese a la inestimable ayuda que le han prestado hasta ahora sobre todo los medios controlados por Bolloré, Zemmour vea finalmente realizado su sueño de llegar al Elíseo.

Su candidatura está sirviendo al menos para dividir a la ultraderecha, hasta ahora personificada por la líder de la Agrupación Nacional, Marine Le Pen, quien a su lado parece incluso una moderada. ¡Tanto se ha corrido hacia la derecha toda la política francesa!

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