Programación Guía de la Feria de Jerez 2024

Línea de fondo

Santiago Cordero

Santiago.cordero@jerez.es

El arbolito desde chiquitito

La educación del deportista dentro y fuera de la competición

Mientras sigue estando en candelero el affaire del beso de Rubiales a Hermoso, lleva camino de ser una herida muy difícil de cerrar, sería recomendable que todas las personas repensemos el modelo de sociedad que queremos dejar a nuestros hijos e hijas. Porque siendo deleznable la acción de Rubiales, más aún impactan las noticias que en estos días los medios de comunicación han sacado a relucir y que hacen alusión a  violaciones grupales de menores a mujeres adolescentes.

Pero no se trata solo de actitudes machistas, ya que siguen existiendo en los campos de cualquier categoría insultos racistas, homófobos o de cualquier índole. Además no se trata de casos aislados o esporádicos, sino más bien un comportamiento bastante asimilado socialmente.

Hace unos años en nuestra antípodas, se jugaba un partido de fútbol australiano entre el Sidney Swans y el Collingwood. En un momento dado, el jugador aborigen Adam Goodes se acercó a la grada en un lance del juego, donde escuchó como le gritaban "mono".  Se giró para ver quien lo había insultado y se sorprendió al ver que se trataba de una niña. Acto seguido paró el partido, señaló a la niña y le dijo a los árbitros que la expulsaran del campo o que el no jugaba. El público local seguía abucheándole, pero al final acabaron expulsando a la joven de trece años. Goodes dijo que se fue al vestuario y rompió a llorar.  Tras ese episodio cuentan que la niña pidió disculpas y aseguró estar arrepentida.

Su participación en la liga ya estaba decayendo, sin embargo aumentaba su implicación con la lucha social. De hecho, ese acontecimiento cambió su vida. Primero se pidió un permiso indefinido para alejarse a la AFL y los abucheos. Un par de años después se retiró. La defensa de la igualdad racial le sirvió a Goodes para que en 2014 fuera nombrado australiano del año.

Hay muchos comportamientos, muchas actitudes que cambiar, pero la forma más sencilla y segura de hacerlo es desde pequeñitos. Primero en casa, luego en el colegio y para ello los padres deben confiar en el profesorado pero compartiendo responsabilidades. También confiando en su monitores deportivos y entrenadores y por último inculcando, sobre todo con el ejemplo, el respeto a sus compañeros, a los rivales y a los árbitros. Solo así empezaremos a regalarles un futuro a mejor a nuestros hijos e hijas.

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