Su propio afán

Enrique Gª-Máiquez

Línea roja (morada)

Un político muy malo, tras siglos de maquiavelismo, nos puede parecer muy bueno, si es nuestro político

19 de noviembre 2022 - 01:35

Antes digo que no la cruzaba, antes cruza Sánchez su línea roja. El martes recordaba aquí que habíamos visto en vivo y en directo a muchos líderes cruzar esa línea a partir de la cual sus votantes les dan la espalda. El chalet de Pablo Iglesias, la espantada de Arrimadas, el ataque furioso de Casado en la moción de censura o Albert Rivera forzando las segundas generales. Y me preguntaba cuándo daría Pedro Sánchez con su línea roja. Pues ya está, aunque es morada.

El estropicio de Irene Montero con la ley del "sólo sí es sí" será, sí, por sí solo, esa línea que no llegaba nunca. Bueno, todavía no hay certeza de que lo sea, pero razones hay de sobra. Las expongo.

Otros estropicios de Sánchez caen directamente en el compartimento estanco de lo político. Aquí el error beneficia a unos criminales especialmente odiosos, culpables de un delito que a toda la sociedad repugna.

También repugna a Irene Montero y a Sánchez; y esto resulta clave. Otras cositas vulneran el Estado de Derecho o ponen en riesgo la economía o la Constitución, pero responden al propósito de Sánchez. La ley Montero es una equivocación incluso dentro de sus propios parámetros y postulados. La diferencia es abismal. Decía Josep Tarradellas que en política se puede hacer de todo menos el ridículo. Y aquí han hecho, efectivamente, el indio, porque nadie puede atisbar una segunda intención maquiavélica en soltar violadores y rebajar penas a depredadores sexuales.

Han quedado, pues, en evidencia como legisladores torpísimos. Un político muy malo, tras cinco siglos de maquiavelismo, nos puede parecer muy bueno, si es nuestro político. Pero uno tonto, que no domina la técnica básica de su oficio, nos da alipori, y peor si es de los nuestros.

A partir de ahí, echar la culpa a los jueces no hace más que torrefactar el Torradellas de la torpeza. Negar el error de bulto, que tanto le advirtieron, lo engrandece y como, en principio, se niegan a cambiar la ley, cuando al final tengan que hacerlo será más gordo. La chapuza de arreglarlo mediante una jurisprudencia forzada desde el ejecutivo es un Frankenstein institucional que no funcionará.

Esto cae a plomo sobre los que todavía pensaban votarles: las bolsas de votos feministas, los ideologizados de lo suyo, los votantes sentimentales. Veremos si me equivoco o no, pero yo apuesto a que hemos vuelto a asistir al cruce de una línea roja (morada) en vivo y en directo.

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