La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Llámese al peligro por su nombre

El peligro son los populismos de derechas y de izquierdas, no las momias del fascismo y el comunismo

Sucede con fascista lo mismo que con barroco. Esta palabra designa un estilo arquitectónico, artístico o musical que se desarrolló en los siglos XVII y XVIII a la vez que algo excesivamente recargado de adornos con independencia de la época a la que pertenezca. Fascista ha acabado por significar una ideología totalitaria que se desarrolló en Italia entre 1919 y 1945, exportándose entre las dos guerras mundiales a otros países con distintas modalidades siendo el nacionalsocialismo alemán el más radical y letal, y desde un punto de vista ideológico cualquier movimiento de derecha extrema -se declare heredero del fascismo histórico o no- que se haya producido desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta hoy (con la excepción de España, única dictadura de componente fascista en su primera década que pervivió gracias a su adaptación al nuevo entorno de la Guerra Fría).

El fascismo histórico quedó extinguido en 1945. Le sucedieron pequeños partidos siempre marginales, en algunos casos con actividad terrorista, que se proclamaban abiertamente neofascistas. Pero la justificada condena y el total descrédito del fascismo italiano y sobre todo del nacionalsocialismo alemán, y con ellos de sus sucursales en otros países europeos, nunca les permitió salir de la clandestinidad o la marginalidad. La palabra fascista siguió circulando como descalificación en la tercera acepción que recoge la RAE: "actitud autoritaria y antidemocrática que socialmente se considera relacionada con el fascismo". Pero se fue más lejos y fascista se aplicó a personas o partidos de la derecha populista aunque no se pronunciaran como totalitarias y antidemocráticas por convicción o estrategia de supervivencia en las sociedades democráticas. La ruptura entre Le Pen padre (fascista) y Le Pen hija (populista) lo representa bien. Y finalmente, se aplicó a toda la derecha y a todo opositor.

El problema es que el abuso de una palabra la vacía de significado. Fascista se está usando con tal prodigalidad desde el Gobierno PSOE-UP para deslegitimar toda oposición -desde Cs y el PP a Vox- que la ha dejado hueca. El peligro para las democracias occidentales son los populismos, ya sean de derechas como los que ascienden en Francia, Austria y los países nórdicos o gobernará en Italia) o de izquierdas (como el que cogobierna en España), no las momias del fascismo y el comunismo.

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