Tierra de nadie
Alberto Nuñez Seoane
Palabras que el viento no se lleva
EL pasado 18 de septiembre se publicó en todas las cabeceras del Grupo Joly el reportaje llamado 'Gitanería', firmado por Pedro Ingelmo y con fotos de Miguel Ángel González. En él se utilizaba la investigación que desde hace años llevo realizando sobre mis ancestros para trazar el camino, uno de los muchos caminos, andado por el pueblo gitano. La 'excusa' para contar esta historia se mezclaba con la actualidad. La Unión Europea ha centrado las últimas semanas sus debates en la decisión del presidente francés Sarkozy de deportar a los gitanos procedentes de Rumanía y Bulgaria que no puedan acreditar ni oficio ni vivienda. Es muy parecida esta orden a la que en su día dieron los Reyes Católicos. Estos cinco siglos de diferencia entre una orden y otra demuestra que los franceses escupen al viento. Los éxodos del pueblo gitano siempre han existido y seguirán existiendo. Según mis deducciones, los Malena, como es conocida mi familia en Jerez y en Lebrija, de donde procede mi rama materna, podemos ser originarios del éxodo de gitanos que se produjo en el siglo XV -¡siglo XV!- de lugares que hoy estarían dentro de las fronteras de Rumanía. El reportaje destacaba esta procedencia, entiendo que para subrayar la conexión entre pasado y presente. Esto ha provocado algún malestar, que yo lamento, entre personas cercanas a mí, por lo que me he decidido a escribir esta aclaración. Los Malena vivimos en Jerez, amamos Jerez y somos de Jerez. Y no, naturalmente, los Malena no somos rumanos. Mi padre hunde sus raíces en Jerez y costaría encontrar, hasta perderse en la noche de los tiempos, un ancestro que no hubiera nacido aquí. Pero, sin duda, no sé cuándo, un antepasado de mi padre llegaría a Jerez procedente de algún sitio, no sé cuál. Y esto sucede con cualquier gitano de Jerez. Yo he sentido curiosidad por ese origen, simplemente. En el caso de mi madre esa indagación es más sencilla, ya que es posible remontarse, como mínimo, a unos gitanos conocidos como 'los negros de Ronda', que, sin lugar a dudas, provienen de esa migración gitana que entró por Barcelona antes de la orden de expulsión de los Reyes Católicos.
Y si hay algo que me ha dolido es ver en la edición digital de los periódicos Diario de Jerez y Diario de Cádiz un sinfín de comentarios racistas que, amparados en el anonimato, mantienen latiguillos del topicazo gitano aprovechando que el Guadalete pasa por Jerez. Me gustaría saber de cuándo data la presencia de todos esos anónimos en esta tierra, me gustaría saber siquiera si alguno de ellos se ha preocupado por saber su procedencia. Yo conozco a mi familia y sé lo que lleva haciendo desde generaciones: trabajar y sacar a sus hijos adelante honradamente. Es posible que mi sangre se remonte al siglo XV. ¿Alguien puede dudar de a qué tierra pertenecemos? Las ramificaciones de aquellos gitanos son inabarcables, infinitas. ¿Cuántos payos que ni se figuran que tienen esa sangre de 'gitanos rumanos' habrá en nuestro país? Miles, seguro. Es posible que algún ignorante que escribiera esos despectivos comentarios sobre mi raza también provenga de ellos. No sería tan extraño. Somos mestizos. Es cierto que el pueblo gitano ha intentado proteger su sangre con una endogamia mayor que la que ha existido en otros clanes y pueblos. Formaba parte de nuestra cultura. Como también es cierto que los gitanos de Jerez se asentaron antes que otros, que encontraron aquí un lugar donde vivir, que compartieron penurias con los gachós y eso nos hizo pertenecer a una tierra, arraigarnos en ella y crear un arte singular que es nuestro distintivo. Por eso los Malena somos de Jerez con un orgullo que nos rebosa. Pero todos tenemos un origen y que nadie sienta nunca vergüenza de él.
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