Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
SIN lugar a dudas la espera mereció la pena. Hemos soportado un largo período de tiempo de ensayos, de duro trabajo, de abandonar muchas cosas que queremos; familia, amigos, trabajo, obligaciones… Todo esto por estar bajo las trabajaderas, por dar nuestro esfuerzo a Cristo y a su Bendita Madre.
Al final todo eso que tanto tiempo lleva preparar ha estado bien empleado por ver la presencia de nuestras sagradas imágenes en las calles.
Quisiera daros las gracias a todos y cada uno de los que habéis querido estar bajo Cristo y María. Gracias por dejaros hasta el último aliento bajo las trabajaderas, gracias por vuestro comportamiento, fuera y dentro de los pasos, gracias por vuestra disciplina, que hace que demostréis el amor que tenéis a lo que hacéis.
Sin ustedes nada sería igual, ya que el costalero es parte importante dentro del bendito mundo de las cofradías, parte esencial del trabajo del capataz.
Habéis conseguido hacer disfrutar a la gente con vuestro trabajo, habéis conseguido que desde fuera se llegue a rezar a nuestras devociones. Seguro que detrás de cada una de vuestras chicotás habría escondida la promesa, la petición de alguien, los mejores deseos para alguien. Seguro que cada una de las devociones que hemos tenido la suerte y el privilegio de haber llevado os concederán todo lo pedido y os recompensará por el esfuerzo, porque habéis conseguido dar "vida" a Nuestros Sagrados Titulares y eso sólo se consigue si las cosas se hacen y nacen desde el corazón.
Quiero agradeceros desde estas líneas todo este esfuerzo, todo vuestro trabajo, entrega y paciencia. Sin ustedes el capataz no es nada, nada de lo que quiero transmitir podría llegar a hacerlo. Gracias a todos.
Gracias a todo mi equipo de auxiliares por vuestra entrega, por vuestro apoyo, por vuestro aliento, por dejar también mucho de vuestro día a día por estar a mi lado, sois parte imprescindible en mi trabajo.
Gracias también a las cofradías y sus Juntas de Gobierno, que pusieron en mis manos y en los hombros de nuestra gente lo que más quieren. Gracias por esa confianza.
Con el deseo de que vuestra entrega sea recompensada con creces, recibid un abrazo en Cristo y en su Bendita Madre.
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