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Habladurías

Fernando / Taboada

Pajaritos fritos

07 de julio 2013 - 01:00

A ver dónde está el problema. Por un lado, al vicepresidente de la Junta de Andalucía le parece fatal que los bancos dejen sin casa a la gente que no la puede pagar. Por otro, el propio vicepresidente resulta que hace años compró una casa a una caja de ahorros que le había sido embargada a un vecino por no poder pagarla. Ya es casualidad, ¿no?. Pues a pesar de todo han criticado al señor Valderas por falta de coherencia. ¿Acaso no somos los humanos unos seres contradictorios, asediados continuamente por dudas existenciales? A ver si el único que no va a tener las cosas claras en este mundo va a ser el personaje aquel de Shakespeare que iba por ahí hablándoles a las calaveras.

Cierto es que no resulta muy elegante abanderar protestas contra los abusos de la banca y aprovechar que nadie te está mirando para apañar negocietes con esa misma banca. Pero ¿acaso en España existe alguna ley que impida defender en público unas ideas y olvidarse de ellas en el ámbito privado? A ver, ¿es delito en este país predicar la castidad y la familia tradicional? No. ¿Es delito acudir como cliente a los clubes de carretera? Tampoco. Pues entonces, ¿por qué iba a ser delito ser un puritano por las mañanas y ser más bien putero por las noches?

Que se sepa, también Maradona participó en algunos partidos que recaudaban fondos para la lucha contra la droga y después resulta que era un reconocido consumidor de estupefacientes. Y no por ello dejó de ser un ídolo a escala internacional.

Como estamos llenos de prejuicios, tendemos a sentir recelo hacia un político que se considere rebelde y no se baje del coche oficial, o hacia un cura que persiguiera a los ludópatas y luego se gastara el dinero del cepillo en la ruleta. Tampoco acabaríamos de entender que el cabecilla de una liga antitaurina fuera sorprendido en una barrera de la plaza de Pamplona, fumándose un puro y pidiendo las dos orejas en una corrida de San Fermín.

Pero también hay que entender que debe de ser muy desagradable ser vegetariano y verse obligado a trabajar en una casquería vendiendo mondongo y riñones. O tener que levantar el puño para defender unas ideas y quedarse con una sola mano libre para beneficiarse de las ideas tan golosas que defienden precisamente los del equipo contrario.

Con todo, que alguien se manifieste contra los desahucios (pero sea propietario de una casa que fue de alguien a quien desahuciaron) no tiene por qué ser censurable. A lo mejor se trata de un simple malentendido. Sea como sea, todo esto me ha recordado a aquel señor que conocí hace años en Algodonales. Entusiasmado como estaba de ver cómo a su pueblo llegaban cada vez más excursionistas amantes de la Naturaleza, me echó el brazo por el hombro y me dijo muy serio:

-¿Sabes que yo también soy ecologista? ¿Pero a quién no va a gustarle la Naturaleza? A mí no hay cosa que más me guste que comer pajaritos fritos.

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