Reflexiones sobre un lobo solitario

Un lobo solitario es un radical que estaba ahí, que no fue descubierto a tiempo, y que actuó sabiendo lo que hacía

El atentado de un yihadista islámico en Algeciras ha causado una profunda conmoción. Es lógico. En el ataque perpetrado en dos iglesias por Yassin Kanjaa falleció el sacristán de la parroquia de la Palma, Diego Valencia, y resultó gravemente herido el párroco de San Isidro, el padre Antonio Rodríguez. De inmediato, para evitar que las cosas se compliquen más por el odio y la intolerancia, se ha destacado que los ataques han sido cometidos por un lobo solitario, sin apoyo de grupos islamistas radicales. Pero un lobo solitario no es lo mismo que un loco espontáneo, sino que un lobo solitario es un radical que estaba ahí, y no fue descubierto a tiempo, y que actuó con violencia sabiendo lo que hacía: quería matar a sacerdotes. Al sacristán lo confundió con el párroco de la Palma, y por eso lo apuñaló, como hizo con el párroco de San Isidro.

El suceso tiene semejanza con uno ocurrido en Francia el 26 de julio de 2016, cuando fue asesinado el sacerdote Jacques Hammel, en la iglesia de Saint Etienne de Rouvray, una pequeña ciudad de Normandía. La diferencia es que allí no intervino un lobo solitario, sino dos individuos, que reivindicaron pertenecer al Estado Islámico. Tomaron a cinco rehenes, y degollaron al sacerdote que estaba oficiando la misa. Era un cura jubilado, de 86 años. Se destacó que era el primer cura asesinado en Francia en una misa desde hacía 200 años.

El acto terrorista de Algeciras tiene un estilo parecido. En Francia, de vez en cuando, islamistas más o menos solitarios han causado daños en templos. Y no sólo en templos, ya que ese país es el más castigado por el terrorismo yihadista: sufrió 82 atentados entre 1979 y 2021, con un total de 330 muertos. En España, gracias a Dios (llamado Alá en el Islam), no suele haber ataques a iglesias, excepto algunos esporádicos, y no han sido cometidos por musulmanes, sino por borrachos, dementes o satánicos. En general, han sido ataques a objetos de culto, a imágenes, o pintadas en el exterior. No es lo mismo que asesinar a un sacristán o a un cura.

La excepcionalidad de lo ocurrido en Algeciras no debe minimizar su gravedad. Se ha desmentido que el asesino estuviera vigilado por la Policía, debido a su radicalidad, como se difundió ayer. Eso no significa que fuera un buen muchacho, sino que no lo detectaron a tiempo. Estaba pendiente de expulsión desde hace siete meses. Es otra anomalía.

Cristianos martirizados hubo muchos, desde hace 21 siglos. En 2022 fueron asesinados 5.621 cristianos en el mundo. Nadie dijo que fuera fácil ser cristiano. Pero hay que tener más cuidado con los lobos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios